Pero no nos perdamos. Hablaba en tristento de la idea de una especie de artesano, que parece que me tienta.
Un tipo ensimismado en lo que hace.
Me cuesta mucho menos aislarme cuando estoy liado con el teclado midi. Al fin y al cabo es aporrear cosas y luego escuchar, sentir lo que dice o no lo que acabas de hacer. No es necesario definir con palabras. Dibujar debería ser lo mismo, pero se me da mucho peor. En la música hay ruedines: los acordes, las escalas: puedes meterte en una red de seguridad en la que sabes que no te vas a estrellar. Con el dibujo estoy perdido y no sé darme un cierto marco de pre-existencia básica: todo es caos y carencia de parecido con nada.
Y con la escritura… pues eso, concepto, definición, palabra, verbo. ¿Qué historia voy a querer contar, si casi no me interesa ninguna? ¿De qué hablar? Todas las novelas son humanos interactuando, esa pelea. Y de esa pelea, precisamente y sobre todas las cosas, estoy harto.
Me gusta la idea de ese tipo encorvado sobre una mesa, haciendo algo con sus manos mientras las horas pasan a su lado. Quiero que esa idea viaje un poco, a ver a dónde lleva.