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vuelta al local

Llevo unos días ensayando en el local y es genial por un lado y un desastre tremendo por el otro. Necesito mezclar un sonido muy concreto de distorsión a ratos con algo más fuerte en algunas partes y con algo muy limpio en otras, y ensayando en casa con el ampli bajito todo es más o menos sencillo.

Tengo días más burro y uso un pedal de distorsión a medio fuelle para las partes blandas, con mucho muteado de guitarra al igual que en los tiempos de la acústica y guitarra abierta para cuando necesito más soporte detrás. Un fuzz con la mezcla al 50% maumeno para las partes en las que me gusta que algo muy destrozado suene al fondo, algo reventando y rompiéndose en segundo plano mientras la canción sucede. Otros días estoy más blandito y con un overdrive más el fuzz me basta. Algo de reverb todo el rato para cortar la sequedad metálica de la eléctrica y nada más. Quizá un delay para algunos punteos si llego a hacerlos, quizá un looper para poder hacerlos.

Y suena muy bien. En casa. No tengo el mismo ampli en casa y en el local, y aunque no estoy al 100% seguro de que ese sea el problema… bueno, creo que estoy bastante seguro de que ese es el problema. Otra cosa es el volumen, ya lo sé, en casa, al volumen que toco, estoy oyendo la eléctrica a pelo por encima del ampli, así que quizá lo que me gusta es escuchar esa definición encima de la distorsión. Pero.

El ampli del local es uno basado en emulaciones. Tengo 12 emulaciones de amplis en él y voy probando a ver si alguna… pero no. El domingo, por ejemplo, conseguí estar de acuerdo con él y creo que sonó bastante bien. El ampli de casa es de transistores, no de válvulas, pero es analógico: el sonido pasa por un circuito que yo manipulo con el preamp. También tiene preamp el del local, claro, pero las emulaciones tienen una cosa rara. Tengo la sensación de que el sonido está más o menos preconfigurado y que todo lo que hago por mi parte lo cambia… pero no del todo. Tengo la sensación de que en el de las emulaciones el resultado tiene un rango menos variado. Cuando el sonido es una emulación de algo el objetivo es la emulación, y lo que meta antes importa, pero poco. Es como si aunque enchufase una tostadora el sonido fuera a terminar siendo más o menos lo mismo. Además el rango dinámico de la guitarra, las diferencias de volumen que se pueden sacar en un ampli frente a una acústica, es mucho más limitado en la eléctrica.

Y alguien puede pensar que por qué no toco la acústica y que le den por el ojeten a todo, pero es que la distorsión tiene algo que… que una vez que te acostumbras es complicado abandonarlo. El sostenido. El que toques una cuerda y se quede vibrando todo el tiempo que necesitas. Y la rotura, el sonido fragmentado, destruido, que una acústica no tiene. La forma en la que puedes acompañar la emoción, reforzarla, construirla.

Seguramente en esta semana santa me lleve el ampli analógico al local con los pedales para ver si eso es lo que lo cambia todo. Es increíble lo que la eléctrica puede hacer con la atmósfera de una canción. No puedo dejar el analógico en el local porque me gusta mucho en casa y no quiero andar cargando el coche cada vez, eso haría que ensayase menos en el local. Elegí más o menos al tuntún 30 canciones y las tengo medio digeridas, si encuentro el sonido lo demás es sólo cuestión de oportunidad, si estuviera tan a gusto como en casa… no tendría dudas. Tengo ganazas, miedo y ganazas. Nervios y ganazas. Y cuando los primeros ganan no tengo ni ganas.

Nah, ni siquiera es eso. Es que tengo muy claro cómo quiero que suene. Y si no es así no quiero nada.

me apetece tocar, pero es difícil

No todo vale, no sé por qué. No todo vale. No es tocar sin más. Pero al mismo tiempo sí. Es como cuando quiero quedarme dormido con un podcast pero no puedo hacerlo con uno que no me interese, ¿qué sentido puede tener eso? ¿Para qué necesito que me guste lo que no voy a oír?

Tocar no es tocar, ser no es aguantar esta mierda. Después del undécimo pringao que me insulta sólo por no aguantar sus mierdas empiezo a ver alguna regularidad. Hay que encontrar a esa gente que no viene cagarte encima. Los habrá más o menos egoístas, más o menos interesados, más o menos confiables, pero que no vengan con esa intención de bajarse los pantalones y plantártelo en medio de la cabeza.

Aguantar, soportar, más tarde, luego, encontrar el momento, espera a que pase, déjalo correr. Tu jefe un viejo amigo los que te vigilan el banco el alcalde gente así.

Ahora ya no sé volver al tema de tocar, pero ya no parece que importe. Con una frase bastaba. No tiene mucho más recorrido la cosa.

lo que no importa pero claro que sí

Quién sabe lo que estás haciendo con tu vida. Es más, quién sabe qué está haciendo tu vida contigo.

Uno se acostumbra de tal modo a las interfaces que usa que, al final, la interfaz es uno mismo. La magia de acostumbrarse a una es precisamente eso: dejar de pensar en el modo en el que hacemos las cosas para centrarnos en hacerlas.

Hace años le compré a mi madre una radio digital con la que nunca se hizo. No la usaba mucho. La radio es fenomenal, de hecho la tengo en mi cocina ahora mismo, pero no le daba esa fluidez. Encontré el mismo modelo con un potenciómetro para el dial, otro para el volumen y un interruptor para pasar de AM a FM, esa sí que le cuadró, ahora la usa cada día.

Las interfaces que hacemos nuestras tienen esa capacidad. Puedo escribir mensajes de voz, puedo buscar con la voz, puedo usar el mando para jugar, pero lo que aprendí a manejar en su día fue el teclado. No sé realmente dónde están las letras en el teclado, sólo sé que cuando quiero pulsar una el dedo va solo.

Ese es el poder de las interfaces y su peligro. Como el anillo de Sauron el anillo no es nada sin él, pero tampoco él es nada sin el anillo.

El finde pasado hablaba con David y Laura de la fantasía que es el mecanismo de la cisterna del váter. No requiere energía añadida y hace su función de un modo sencillo, le das a un botón y lo que tiene que suceder sucede. Ese es el tipo de ingeniería que construye interfaces que me gustan. Recuerdo que Laura dijo que nunca había pensado así sobre ello. Y me recuerdo a mí pensando en que, precisamente, las mejores interfaces son las que desaparecen hasta que se estropean.

Así que, ¿quién sabe lo que estás haciendo con tu vida? Pero, sobre todo, ¿quién sabe qué está haciendo la vida contigo? En medio de esta deriva estamos intentando llegar a viejos. Estamos intentando vivir otro día, y luego otro, y luego otro, y si podemos uno más, y si es posible uno más, y si pudiéramos uno tras otro.

Escribo esto con Xed. Qué maravilla. He tenido que ir a ayuda, acerca de, para saber cómo se llamaba (aunque llevo años usándolo). Esa es la única magia que existe.

Somos bichos autoconscientes, pero pagamos un precio por ello. Y algo sucede cuando escapamos un momento de ahí, algo sucede. Así que… ¿qué estás haciendo con tu vida? ¿Qué está haciendo tu vida contigo? Las mejores interfaces son las que desaparecen hasta que se estropean y, de repente, nada tiene sentido.