prólogo
No me cuentes jamás
que todo va bien,
ahora soy un animal
y aquí vengo a morir o matar.
Hace un tiempo quizá te podría creer,
pero remar por remar no te deja ver.
Me gustaría asentir,
decirte que sí,
que el mundo es bonito
y que está lleno de ositos.
Y qué bien.
Y el miedo en tus ojos, la frialdad de los míos,
el temblor de tus manos.
Prepárate bien,
puedes llorar, está permitido.
Y con restos de sangre y piel en mi cara pienso
que no está todo perdido,
que todo empieza ahora y todo acaba ahora,
todo está en su sitio.
Admiro el sacrificio, el valor del olvido,
mala suerte, amigo.
Si hay un sitio en el infierno en el que cuenten conmigo
iré convencido.