Tener en mente una especie de artesano. Un tipo que, tarde tras tarde, se sienta en el mismo sitio, escuchando quizá la misma música y haciendo lo mismo, en ello. Entregado. Pero para eso, ojo, tienes que darle importancia a lo que haces, y eso no es siempre tan sencillo. Nos vamos a morir y todo el rato barruntamos ¿qué he hecho yo mientras tanto?, y eso impide darle la importancia suficiente a algo como para repetirlo una y otra vez sin saber si va a terminar en alguna parte, y el no repetirlo hace que no llegue a convertirse en nada, que se quede en esbozos, en intentos.