Estoy preparando una gran grabación en el local. Quizá incluso pida vacaciones una semana para estar allí metido. Desde que acabó «algo supuestamente divertido que no volveré a hacer jamás» (en youtube acabó ayer, pero en realidad lleva grabado quizá un mes) han salido 18 canciones y he regrabado 4 clásicos, así que tengo que grabar 22 voces. El midi, el bajo, las guitarras y la batería están ya grabadas. Me falta una letra y media (no termina de convencerme una de las que hay), revisarlo todo, grabar las voces y montar. A una media de 4 tomas por canción me da 88 tomas, al menos en el caso de que la canción no llevé coros. La idea es grabar por la mañana y montar por la tarde. En esas canciones hay un digco nuevo que se llamará «el boquete en el cielo del paladar» y las que concluirán tanto «increíblemente lento» como «azul bicicleta verano», cerrando una etapa a finales de diciembre más o menos. No estoy cansado de componer, todo lo contrario, no sé muy bien cómo parar y quiero hacerlo, porque ahora mismo le dedico casi todo el tiempo y, aunque lo disfruto muchísimo, necesito seguir estudiando guitarra, solfeo, los programas y cacharros que uso y quiero meterme con la armónica. Ampliar la paleta, amos.
claves
Estoy muy centrado en aprender música últimamente, y si no tanto en aprenderla al menos en tener a mi alrededor información, opiniones y explicaciones sobre lo que puede ser la música y qué es lo que sucede en ella, y eso está teniendo una consecuencia curiosa. Cuantos más hilos sueltos aparecen desde los que intentar desenredar la madeja más ganchos aparecen de la nada y me atrapan. De repente tengo ganas de escuchar algo en concreto y me sorprendo, eso hacía años que no me pasaba.
oráculo de bic cristal
Por bob, que no hayan ganado los nazis.