Heridas que no cierran
como si al daño le brotasen brazos, piernas,
compartimentos estancos en los que el dolor se hace eterno.
Flota sin hundirse en el naufragio.
El brillo del éter de los recuerdos:
lo que fue y estuvo donde ahora está y permanece,
el naufragio eterno del dolor, te dije.
Si quieres ser viento, me dijo,
debes aprender a grabarte siempre, a no permanecer escrito.
Las heridas van conmigo, dije. Vaya cosa, respondió.
Esas no se desprenden de nadie.