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sobremesa

–¿Y qué tal te funciona?
–¿El qué?
–Lo de dar tumbos de ese modo, metiendo las cosas en tu cabeza como si fueran a darle el sentido que no tiene. Lo de utilizar todo lo que te rodea como una palanca para levantar tu ego del suelo.
–Eres idiota.
–Ya. Será eso.

ciego e ignorada

y no tengo mucho más que añadir, la verdad

buen tiempo, poco ejercicio, poca guitarra, mucho ordenador, nada de escritura, nada de dibujo

estuve el sábado en un bar comiendo oreja, hacía un montón de tiempo, quizá veinte años

el domingo en otro bar en un pueblecito de la sierra, sientiéndome gordo y esperanzado a partes iguales, tomando café y orujo de hierbas

no mucho más, la verdad

quizá es que la vida empieza a ser visible cuando dejas de anhelarla

ha estado ahí todo el tiempo mientras esperabas que se presentara

tú no eras capaz de verla
ella no podía dejar de acompañarte

botas de agua

Y habría un montón de charcos en los que meterme y no me meto. Y no lo hago porque no. Porque para qué. Porque llegado un punto comprendes que no hay ningún sitio para una argumentación racional que ya ni siquiera sabes si lo es, ni siquiera sabes si es del todo tuya.

Pero cansa porque somos una especie de la cháchara y lo que importa es estar contando constantemente: una y otra vez narrando lo mismo, oyendo lo mismo. Nos fijan o fijamos un objetivo y se convierte en aquel que nos va a contar una vez más lo mismo con una nueva perspectiva fresca, renovadora, alegre, triste, informada o lo que se necesite. Cansa porque ves los puntos y los nudos en el envés. Lo espontáneo se planifica.

Personajes que se crean de un momento para el siguiente y se sostienen ahí arriba, balizando la opinión a modo de un faro para no perderse en la tormenta de opciones. Pienso lo que piensa aquel que decido que me representa, que es como yo, que es como el que quiero ser. Y se mantienen ahí mientras le merece la pena a quien les paga y, por eso mismo, no la merecen nunca. Si el dinero no les influye es que dicen justo lo que el dinero quiere oír. Y si les influye pues.

Somos gregarios. No analizamos datos, elegimos grupo. No formamos opinión, elegimos grupo. No elegimos una estética que representa lo que nos gusta, elegimos grupo. No nos formamos, elegimos grupo. No leemos un periódico o votamos a un partido, elegimos grupo.