Estuve dándole duro a New World una semana, jornadas de 12 horas con una gente estupenda. Experiencias que hacía mucho tiempo que no tenía en un MMO. Me lo pasé fenomenal, la verdad, al menos hasta que vinieron los problemas de la soberanía. La gente nunca deja de ser gente. 24/7.

El servidor no puede manejar bolas de 50 contra 50, así que en función de la estrategía que los jugadores tomen los asedios pueden no necesitar ninguna, solo hacer bulto y tomar el punto. El tema es que la soberanía impregna todo lo demás: la posesión de las ciudades, impuestos, viajes rápidos…

(Las primeras batallas que jugué, antes de que la gente convirtiera un bug en un exploit, fueron brutales. En 50v50 cabe una primera línea de batalla, exploradores, zapadores, curanderos y caballería junto con infinidad de estrategias. El convertirlo todo en una bola se lo carga todo y te deja con media hora de lag y ya).

Por eso ahora mismo es injugable. He vuelto a las largas caminatas y al Witcher 3 con un ojo en Cyberpunk y un pie en Disco Elysium.

Lamento lo breve de la entrada con todo lo que tengo que decir, pero estoy en el curro y casi me da un síncope al ver que la última vez que dije algo por aquí fue el 22 de septiembre. Estoy convencido de que si lo hubiera dejado para esta tarde al final habría pasado otro mes en blanco.

Lo del paso del tiempo es algo absolutamente indecente.

Toda la vida bloqueado en sitio en el que no quiero estar. El colegio, el instituto, la universidad, el curro de turno. Toda la vida mirando una puerta. Toda con la sensación del tiempo detenido, de espera interminable. Siempre retenido. Toda una vida de explosiones cuando finalmente el reloj se pone en hora. Todas esas carreras para vivir tiempo prestado, todo ese hacerlo con prisa, con ansia y corriendo antes de que termine, antes de tener y no querer estar de nuevo en alguna parte.

Tengo recuerdos míos en la misma situación a los diez, quince, veinte, treinta, cuarenta años. Es demoledor. Y demuele.

Una cosa que me pasa de cuando en cuando, incluso casi a menudo, es no tener nada que decir pero sí muchas ganas de escribir. Más con estas cosas de seguir la macropelícula que es un juego. Podría hablar de todo lo que ha sucedido durante un buen rato, pero por algo que se me escapa no parece merecer la pena. Quizá es que respeto las historias según de dónde vengan. Eso me preocupa.