Viana nos llevo a casa de su padre, divorciado, no recuerdo exactamente por qué motivo. Nunca he sido bueno leyendo situaciones, leyendo personas, y eso es en parte porque no soy de matices. En mi cabeza las cosas son primariamente blancos y negros. Recuerdo que nos contó que estaba releyendo los libros. Entonces yo todavía pensaba que la gente mayor vivía con las cosas claras. Hubiera sido distinta la conversación si supiera lo que sé ahora, aunque sigo sin aplicarlo a los demás la mayor parte de las veces. Pero es que de hecho la gente lo primero que suele transmitir es seguridad, es dificil no creerles. No hablé con él en absoluto, él pensó que estaba hablando conmigo pero yo era capaz de entenderle. No sé por qué me he acordado de eso hoy en el coche, mientras de fondo pensaba que me había dejado una ventana abierta con la calefacción puesta.
No es pensar qué habrá sido del tipo, que también, o qué pensaba realmente, que claro que también, o saber si terminó de releer su biblioteca y qué pensó entonces, sino la pregunta de cuántas veces habré hecho eso mismo, compartir un espacio hueco.
(Creo que escribir, contar un cuento, es sólo eso, saber crear la curiosidad suficiente, todo lo demás es atrezo. Por eso me equivoco, me tiro meses diseñando una historia que no interesa ni a mí mismo. La historia no es el objetivo, ni el asunto. Así me va escribiendo.)