Otro salto temporal. Se terminaron las vacaciones y no hice nada, y ese no hacer nada me dio paz.
Durante toda mi vida las vacaciones eran ese momento en el que iba a suceder lo que lo cambiaría todo (al igual que los fines de semana), y esa es una tensión con la que es complicado vivir. Te da una energía casi infinita, pero la frustración una vez tras otra te deja hecho añicos. La vida en esa montaña rusa.
En cambio sentarte, cocinarte. Leerte algo, jugar un rato. Ver atardecer, tomarte un poleo frente a la ventana. Ir viendo cómo todo se va moviendo.
Me refiero a vivir así todo el tiempo. Cada tarde cuando sales del curro una competición contra la nada. El viernes una más larga. En vacaciones una más larga todavía. El fracaso de que terminen todas y que no haya cambiado nada. La frustración del día siguiente, en el trabajo, la vuelta a los infiernos del vacío.
No, no quiero nada más de todo eso. He vivido así demasiado tiempo y estoy harto. No me importa no ser nada, no me importa no llegar a nada, no me importa no conseguir nada. Lo que quiero es estar tranquilo. Disfrutar. Vivir en calma, sin tantas subidas y bajadas.