Los ojos, que se miran y se encuentran, se sorprenden. El iris es un músculo, y lo parece, diminutas grietas que lo surcan hacia el centro, la pupila de una negrura insoldable. Los ojos que se miran y se encuentran se sorprenden, los otros no. Es fácil percibir unidad, sentado en el sofá, mirando tus mis ojos y pensando qué. O qué ahora, o qué qué. Es ridículo pensar en hacer café, por ejemplo.
Es curioso.