En un principio fue la nada. No el vacío, sino la multitud de cosas que no eran nada, porque no significaban nada.
Después (unos monos con tendencia al bipedismo que reaccionaron ante unos determinados cambios climáticos en la sabana norte-africana, como si sirviera de algo saber eso, o aceptarlo como una interpretación mejor que cualquier otra) llegó la conciencia, que nombraba. A traves de los nombres el mundo empezó a significar algo (no digo qué). Todo comenzo a tener sentido (uno y múltiple). La conciencia experimenta exactamente lo mismo que la no conciencia. Pero la conciencia es capaz de construir un relato.
Después llegó la reificación del mundo natural. El mundo natural tiene sus propias leyes, la reificación humana tiene leyes humanas, manipuladas por humanos (o la mano muerta de). Es mucho más cómoda, más manejable. Pero la experiencia se aleja, la vivencia se diluye. La vida es una mierda neutra, una línea plana sobresaltada por situaciones límite, de cuando en cuando. A veces, ni eso. La vivencia acojona, porque no tiene que ser hermosa. Es inmensa, es inmediata, pero no forzosamente hermosa.
Y aquí estamos, cincelados en nuestro propio retablo. A todo aquel que sienta su vida falta de algo le digo: jódete. Vete a la mierda. Es tu propia elección, sin duda. Léete un par de libros de autoayuda, no sirven para nada, pero a veces incluso lo parece. Busca tu yo perdido en la basura, donde lo dejaste.
Me moriré de hambre. Viviré debajo de un puente. Vendrán a tirarme monedas al retiro los domingos cuando pida Su Estúpida Limosna. Aún así les mandaré a la puta mierda. Les diré que se jodan. Y mientras me congele de frío en algún portal seguiré sin arrepentirme de nada. Me llevó lo mío. No es fácil. Pero me tengo entero. Cada segundo es el último. Cada inspiración la antesala de la expiración. Que se queden con lo suyo, no tengo pegas. Pero hacedme un favor: dejadme a mí lo mío. Sólo dejadme en paz. Por favor (si es que eso se entiende todavía), dejadme en paz, en silencio, en la obscuridad, solo, desbastado por las vidas rotas que voy sumando a la alforja. Pero entero. No es necesaria una guerra santa. No es necesario hacer nada.