Es raro ver cómo se configuran las cosas torcidas. Es raro ver como empujas y la realidad se enfrasca una y otra vez en el muro, como un muro, mecida en la rigidez de un muro. Estamos donde estamos y somos como somos; y dentro de todo, y en medio, y sobre todas las cosas hay un movimiento no permitido, una señal que no debimos haber visto en su día.
Te preguntas pa qué curro, por ejemplo. O pa qué existo, en su defecto. Te preguntas y respondes como el budista: «¿Lo mejor?, no haber nacido. No ser.» La agonía del ser que se agota una y otra vez en su inmediata finitud, en su insondable impotencia frente a las cosas. La vivencia no se expresa, y (diría W., leyendo a pies juntillas el pensamiento escéptico) si pudiera llegar a expresarse de un modo correcto y adecuado no llegaría a entenderse. La vivencia nos pertenece de un modo extremo, porque ni podemos reproducirla ni podemos aprehenderla de otros. Es toda nuestra y morirá con nosotros cuando muramos, o sin nosotros cuando la olvidemos. La vivencia es solipsismo puro. Recuerdo al replicante de Blade Runner contándole sus historietas al perseguidor: quería transmitirlas antes de morir y que siguieran existiendo de algún (torcido) modo. No pudo decirle nada, no pudo transmitir nada. Yo hago lo mismo. Me peleo con los acontecimientos y con las palabras para intentar significar algo (dar el significado de algo). But there’s no way. No hay forma de sobrepasarse a sí mismo. El legado puede no haber sido capaz de expresar nada, y puede sea imposible de entender. Fácilmente.
La negatividad no es un estado, es una actitud defensiva.
Diría Murphy: si algo tiene la, aunque sea, remota posibilidad de salir mal, lo hará.
Era un justo mesías, un gurú espiritual, un guía chamánico. No escribió libros simplemente simpáticos, sino que redactó biblias transidas de una tremenda ironía.
La negatividad no es un bocadillo, es una actitud defensiva.
Y al final el sol sale, por donde quiera que le dé la gana, y yo sigo aquí con mi ración de homilía, liturgia, eucarestía y mitología varia. Eso es justo lo que no puedo traducir, y mucho menos con palabras, esa es justo la palabra (verbo) que no sé dar, y lo inmediatamente finito, egoísta, absurdo, solipsista.
Es una actitud defensiva ante un ataque ineluctable.