Había rabia en sus ojos. Y algo más indefinible. Quizá una cierta vergüenza.
– ¿Estás segura de eso?
– Completamente.
Mis ojos se inundaron de cieno mientras la tarde se volvía amarilla en los edificios, podridos de cobre.
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Había rabia en sus ojos. Y algo más indefinible. Quizá una cierta vergüenza.
– ¿Estás segura de eso?
– Completamente.
Mis ojos se inundaron de cieno mientras la tarde se volvía amarilla en los edificios, podridos de cobre.