Me mola la gente con cosas densas que decir, «el viento espeso del cambio se asienta incómodo entre los restos del viejo orden».
Cosas poco caldosas, plomizas, sin huecos ni aire. Como meterse en una olla de lentejas pasadas de fuego intentando bucear sin poder mover brazos ni piernas, atrapado en esa asfixia de movimientos del sentido intenso. Eh, la relatividad no tiene cabida aquí, aquí tenemos todo claro, señora, circule que no hay nada que ver.
Al fin y al cabo, está bien aferrarse a una verdad, a un par de ellas, a las que sea. Sobre todo si es factible, quiero decir, si eres capaz de creerte que eso que estas agarrando es una verdad. Bien por ti. Bien por todo. Bien por las cosas en las que te bañas. Yo miro el espectáculo desde un lugar seguro, por si quizá la pirotecnia.
De todos modos, es una bonita papiroflexia. Fíjate, una pajarita.