Entrada programada. Quiero decir que no quiero decir nada y no estoy donde debo. Pero programo. Le pongo una hora a esto para que salga al mercado.
Teníamos muchas cosas que decir, y las dijimos.
Y después de todo ese esfuerzo me pregunto lo que quedó. Porque el hecho es que no quedó nada.
No sabíamos quiénes éramos, quiénes fuimos, quiénes somos.
Un mensaje hacia el futuro: corred.
Estáis demasiado cerca: corred más.
Antes del día final hubo una conclusión final.
Y después, ¿qué?
Pues nada, seguimos viviendo. Nada de nada. Nada de todo. Nada de aquello. Pero mucho más de lo otro. Lo dije en otra parte, pensamos que el alcohol nos iba a matar (aún estamos a tiempo).
Pero lo que nos mató fue todo lo demás. Este absurdo. Este sin sentido.
Este frío. Esta nada. Sin sentido. Este gélido frío. Menos mal que hemos aprendido a verlo poquito y a sentirlo menos. Y en esa lucha sí que está el significado de todo lo que sucede a tu alrededor.
Es una paradoja, pero lo más hermoso de la vida es ver cómo se engaña todo el mundo. «La música es mentira», decía el viejo aquel, pero una mentira bonita.