Al fin y al cabo lo importante es terminar a cuatro patas, vomitando y riendo y viendo la vida pasar tranquilamente (todo lo tranquilo que se puede estar a cuatro patas, vomitando, tumbado en un suelo frío y mojado de este Madrid regado de agua y engrasado permanentemente).
Sales, entras, sales y soles y vamos a los enemigos, donde nos ceban justo antes de la matanza, que es la hora de pagar, en la que estás tan idiotizado por los litros de aceite de semillas de camión que rezuman de los calamares congelados, las alas de pollo carbonizadas, las patatas refritas bajo el régimen clausurado de seis salsas (indefinible número 1, indefinible número 2 (¿ali-oli?), indefinible número 3, 4, 5 y 6), idiotizado por la salsa rosa de los palitos de cangrejo, la mortadela más muerta que enferma y un brevísimo etcétera que se me escapa ahora mismo. Bien curtida ya de cerveza la cara interior del estómago uno afronta lo que sea, y:
nos vamos a un irlandés, donde un grupo de tres o cuatro gilipollas de ambos sexos cantan versiones de las canciones más deplorables de la discografía nacional de los últimos años (incluyendo «sabor de amor» esa gran monstruosidad monocorde, limitada y estúpida), apuro las copas y hablo con un señor gordo lleno de ideas que me reconforta, uno se siente menos raro cuando le oye hablar del libro de física que prepara para los institutos (que lo prepare con refuerzos de acero, es lo único que entienden…), de cómo quiere hacer la física visible más que razonable, algo de yazz, algo de filosofía vital… el señor es el marido de Loli, y una vez conocido no me extraña en absoluto. Gente encomiable les mires por donde lo mires. Raros hay por todas partes. Estamos imantados, y siempre nos llamamos de algún modo. Es fácil encajar con un polo opuesto (en este sentido metafórico).
Apuro j.w. con 7up y me río al pensar en la cara que pondré mañana cuando mire el saldo de la cuenta del banco. Jejejejejeje. Todavía me estoy riendo.
Seguimos hablando y yo sigo sintiéndome menos raro y me siento triste porque ivan se pira del curro y se le va a echar de menos.
Ivan tiene la simplicidad. Lo que es es, y lo que no es no es. Un fiera. Trasciende los problemas, los disuelve con una simplicidad pasmosa. No le veo capaz de verse enredado en una muerte mucho tiempo.
Fotos con mari ángeles, abrazos, risas, muchas risas. Estoy sembrado, supongo. Me siento levemente borracho, lo suficiente para no morir hoy, al menos. Ya moriré mañana, si tengo tiempo.
Despedimos el carrusel de los hombres magníficos y Roy, el galego y un servidor se montan en el gale-móvil y se disponen a enturbiar la grata y ordenada moral de Alcobendas, aunque la cosa se complica cuando, al llegar, constatamos con pavor que todos los garitos están cerrados.
– Dios mío. ¿Qué día es hoy?
– Jueves.
– Y después del jueves… ¿sigue viniendo el viernes?
– Creo que sí.
– Pues no lo entiendo.
Al final encontramos una luz y a ella nos asimos, detrás de la luz hay un viejo conocido de kombates del pasado que ahora se ha hecho dueño de un garito.
Hablamos un par de horas de lo que fue y estuvo y siempre fue. Me saca los colores recordándome lo que he sido antes de que llegara el usurpador que soy ahora. Al final la votación es unánime:
Gallego y Roy: cabrón, cuánto has vivido.
Yo: el recuerdo deforma.
Gallego y Roy: no nos interesan las interpretaciones, sólo los hechos, y ellos hablan.
Yo: pues tomemos una cerveza.
Gallego y Roy: ¡¿Otra?!
Y nos vamos con la chica del ombligo y la espalda perfecta atravesada por cuerdas que sujetan un trapo que tapa a duras penas sus tetas, y después me encuentro, en la calle
con alguien al que conocí en un acuario, hace años, y no volví a ver en años
después, hace algún tiempo, le retomé en un garito, intentando burlarme de alguien, sabiendo cómo pero no de quién.
en un concierto al lado de las ventas al que no iba a ir
y ayer
cosas que sudecen.
Sentado en casa me metí en la novela hasta que no pude más y me dormí, ébrio de otros pasados que no son El Pasado y reconfortado en pensar que lo que fue puede volver a ser y en que doy un concierto en el local del colega y en qué bien sabe la cerveza y en qué raros son los toros.
Me despierto esta mañana con las teclas del teclado marcadas en la mejilla izquierda. Es la una. Me meto en la ducha.
Qué bien se está allí, de verdad. Qué bien huele el gel lactovit comparado con, por ejemplo, los baños de los garitos. Qué bien me encuentro allí, sentado mientras noto el frío en general y el calor en la franja afortunada de mi espalda que recibe el agua caliente, con la nariz en el dispensador (¿de qué coño dispensa?) del gel perfumado y perfilado para gustar según recientes estudios de mercado y todo suena bien el agua suena en mis oídos como una cascada cambio de postura no dejo el lactovit ni el puñetero johnson y huele bien con todo lo mal que huele todo lo demás no dejo de notar que todo apesta fuera menos ahí que hay agua caliente soy un puto afortunado hay agua caliente y gel y champú y es menos evidente que me retuerzo y me escorzo para salir adelante que las paso putas de vez en cuando y demasiado a menudo o que todo apesta y nada es claro
porque normalmente ni dios tiene ni puta idea de por qué hace lo que hace. Y muchas veces, cuando lo saben, se mienten, se dicen cosas que no son que les hacen hacer cosas que no quieren y al final revientan y vienen a explicarte por qué se vinieron abajo y tú haces como que no sabes y aguantas el chaparrón de sinceridad malmetida y dices: agarra una cerveza, tío, y abrázame, cabrón. Y no miras a otra parte cuando lo viste todo el tiempo y es claro
que se está bien aquí, metido en la bañera, con el chorro de agua caliente, lactovit y jodío johnson, y todo lo demás pertenece a la realidad, fuera de la burbuja de buen olor y calor, en la que prefieres vivir al fin y al cabo. La realidad es como es y es divertida, pero qué bien viene, de cuando en cuando, la burbuja dentro de la cual el agua está calentita y todo huele perfectamente bien.
saludos, cerveza y lactovit
Que sí que te leemos, lo que pasa es que yo muchas veces no sé qué decir. En parte por desconocimiento y en parte por no meter la pata.
Me alegro de que disfrutes del champú y de esas cosas. Eso es que ya vuelves a la vida. Cuídate y mucho ánimo.
jajaja, no, creo que me he expresado mal. No me preocupa que se lea o no, la verdad, esta bitácora es un disfrute (cuando estoy en ello) para mí mismo. Cuando no es raro es agradable releer lo que fui en su día. Lo que sucede es que como veo las visitas y las búsquedas por las que la gente entra, siempre he pensado que todos los que entraban lo hacían equivocados.