A veces, a veces, a veces no tienes ganas de salir y te montas en la bicicleta estática, supurando odio, desbrozando odio a tu alrededor porque todo es una puta mierda y es lo que es y lo único que es es una puta mierda, y pedaleas rompiéndote porque te estás rompiendo y estás llenando el puto suelo de sudor, y hacer deporte te la suda y te la suda mucho y te importa todo una mierda y sólo quieres reventarte en los pedales.
Reventarte en los pedales, matarte a ti mismo o algo así, porque todo es tan suprema mierda que no hay solución posible, no la hay. Y como no la hay lo mejor es seguir reventándote en los pedales exorcizando relaciones y vidas e historias pasadas para convertirte en una masa de carne que vive y se revienta en los pedales de la mierda de bicicleta estática que tienes en casa para terminar destrozándote en la ducha porque
por mucho que pueda dolerte reconocerlo
esto siguen siendo putos y idiotas problemas del primer mundo.
(Pero fuera lo que fuera, juro que no fue para nada, lo juro).
(Después te duchas, enciendes un cigarro, te sirves un vino, todo mucho más educado, como si nada hubiera sucedido nunca te preparas un batido y te vuelves a preguntar si queda algo de sentido, un poco, algo, una pequeña brizna de sentido en este jodido mundo jodido jodido y jodido y bien jodido).
Y te vas a la cama, mañana curras temprano.
Fin del asunto.