A un Dios, si es un Dios, se la suda que hablen mal de Él. Él es un Dios.
Nosotros humanos que nos vamos a morir en algún momento, siempre cercano en términos de eternidad. Él no.
Los dioses egoístas no son dioses. No lo son en absoluto. Esos dioses que dicen «cree en mí o te freirás en alguna parte» no son dioses. Ahí, en esos casos, siempre me huelo a humanos hablando por ellos. Humanos que quieren mantener su porción de poder. Los humanos quieren mantener el poder. El Dios es un Dios, el poder le viene dado independientemente de que quiera mantenerlo o no. No le importa que se metan con él, del mismo modo que no nos importaría a nosotros si nos dijeran que una brizna de hierba no cree en nosotros. Vamos a seguir viviendo, piense la brizna lo que quiera pensar.
De ese justo modo.
A raíz de una película infumable el mundo musulmán que tiene voz quiere que se limiten las expresiones sobre Mahoma. A Krae le pasó por encima lo de cocinar a un cristo. Creo que en ambos casos, si el Dios de turno quisiera castigarles, tendría modos infinitos de hacerlo. Al fin y al cabo es un Dios.
No le hace falta que humanos diligentes hagan el trabajo por Él. Porque los humanos lo hacen infinitamente peor, y más sucio. Lapidar a un tipo es algo sucio, asqueroso. Incluso fatigoso. Juzgar a otro cuesta un montón de pasta y tiempo. Cualquier Dios vengativo que quisiera serlo lo tendría mucho más fácil. Lo haría mejor, más rápido, de un modo más eficaz. Simplemente lo deseo y ya no estás. Incluso más limpio: simplemente lo deseo y piensas diferente.
Del mismo milimétrico modo que no existe delito sin ley, no existe blasfemia sin credo. Pero la ley es algo que siempre está en construcción, es un consenso.
El credo no. El credo es un huso invariable: el mismo hilo siempre que supuestamente emana de un Dios. Pero la relación entre el huso y el Dios jamás está clara. Es difícil lavar lo que el humano emponzoña. Es difícil lavar lo que no se acuerda, lo que se impone, lo que se supone que nos viene dado por no sé qué cosas oscuras que escribieron algo que desde entonces es Lo Cierto.
Existe una diferencia básica entre Jesús y Sócrates. Una diferencia esclarecedora. Si Jesús dijo: yo soy la verdad y la vida (Juan 14:6), que no es sino decir que la verdad se agota en él, Socrates dijo, a las puertas de morir ingiriendo cicuta condenado por no creer en los dioses griegos, que nadie se preocupara (a sus discípulos), que la verdad seguía estando ahí fuera (Apología de Sócrates, Platón).
Es… una diferencia tremenda, la verdad. De verdad lo es.
Merece respeto lo que nace del consenso, y no de la creencia ciega (fé, dogma de fé, cualquiera de sus formas).