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galeras

Siempre se dice que el oficio más antiguo del mundo es la prostitución, pero este pensamiento no tiene base alguna. Se conquistaba al pueblo de al lado y a las mujeres se las violaba y punto. Para que exista prostitución tiene que haber una compensación a la transacción en forma de algún bien material y ésto no llegó hasta más tarde, en los sitios en los que había algún tipo de paz momentánea y violar estaba mal visto porque, simplemente, al padre de la criatura podía no gustarle tu forma de aliviarte y eso de la paz le amparaba para poder cabrearse en público. Para compensarle se le daba algún trozo de cabra o algo semejante a la sujeta pasiva de la acción y todos tan amigos y es probable que vuelva luego si mi mujer sigue con sus manías.

El oficio más antiguo del mundo, sin duda alguna, son las galeras. Un tipo te privaba de libertad, te ponía a remar y a cambio de eso te daba buena bazofia para comer y te permitía seguir viviendo, que no es poco, y ahí es donde está la transacción o el pago que justifica llamarlo «trabajo». Cuando ya no podías remar te tiraba al mar y fin del contrato, con al menos una parte satisfecha como requisito sine qua non, seamos civilizados. Como alguna gente perspicaz no dejaba de criticar este sistema ha ido evolucionando a lo largo de la historia de muchos modos. En el caso clásico de las galeras el tema es que el tipo era dueño del barco, pero ese planteamiento hacía aguas porque tú podías responderle que qué coño hacías tú en un barco si el mar te marea y lo más que has viajado hasta ahora es al pueblo de al lado a… a aliviarte. Con semejante respuesta al tipo de la galera se le ocurrió reclamar la propiedad de la tierra, y como comer es algo que nos gusta a todos pues ya estaba hecho el trato: tú trabajas la tierra y yo te permito quedarte con la miseria que necesites para estrictamente mantenerte vivo. Más tarde fueron los telares, la industria, las empresas… las galeras se han conformado como el medio más eficaz para hacer que unos pocos disfruten la brisa en el puente mientras el resto se destroza el lomo remando con la excusa de la propiedad de algo. Y ahora, por lo que parece, las corporaciones vuelven a comprar la tierra para arguír algo medio creíble en este constante proceso de deslomar humanos con fines parasitarios. Siempre es bueno volver a los clásicos, nunca pasan de moda y constituyen un buen fondo de armario.

Ahora los empresarios argumentan que ellos tienen la propiedad de los ordenadores, las oficinas, las moquetas, las máquinas de café que no funcionan, las tazas del váter y toda la demás parafernalia y que están pagando un sueldo a sus operarios porque son buena gente, ya que los remeros no arriesgan nada en el proceso.

Siempre me he preguntado por qué el capitán del barco no baja a galeras si es una profesión tan libre que permite pasar de barco a barco sin riesgo alguno y vivir la vida padre, y más ahora que en vez de echarte por la borda cuando ya no puedes remar te dan una pensión, ganada reduciéndote la comida durante toda tu vida útil (es decir, mientras tu cuerpo puede remar) para dártela luego congelada para que te la vayas administrando en cómodos plazos mensuales y catorce pagas hasta que educadamente te mueras. Lo más pronto posible, por favor, que ahora eres improductivo y esto no es una ONG.

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