O más aventuras y desventuras de un (nuevo) calvo de maquinilla. Al ir a comer a casa de mis padres mi madre comentó: «¿pero qué necesidad tenías tú de eso?» (con cara, evidentemente, de novasaligarniaunquepagues, cabrón)
Toda la mañana vegetando, mirando el techo. No se estaba mal. No me sentía mal, ni con necesidad de hacer nada. No tenía necesidad de mirar a ninguna parte en concreto. Pensaba en Paniker y en Kundera, entreverándolo con «El jugador» de Feodor. En la vida, supongo, en general. Y en particular en la mía. A veces liado con el camino deductivo y, otras, con el inductivo. Extraer leyes generales es siempre algo tendencioso y trinitrotoluénico, pero anda que explicar un caso particular a raíz de una supuesta ley general… Entonces acudía a Kundera: «lo que ha sucedido sólo una vez es como si no hubiese sucedido nunca», y después a Paniker, que diría algo así como que lo que ha sucedido una vez (o doscientas) no tiene sentido (vital) si no arraiga en una mística propia y autogenerada (y autocontrolada, no olvido). Luego, como todo era un tanto confuso y apestaba a intelectualoide, jugué a la play un rato. Luego toqué la guitarra, saqué algunas canciones de fito. Luego me duché, el golpear del agua en mi cabeza era, cuando menos, extraño. En bolas aún taquigrafié unos poemas que habían salido bajo el influjo del agua (¿de piscis?, ¿se puede decir eso de unos versos que se me ocurrieron en la ducha?, no sé, no sé…). Luego me fui a comer a casa de mis padres, no sin antes adecentar la batcueva hasta límites visuales tolerables.
Hacía sol. Era un buen día (lo es). Pensé en el gorro del Nécora. ¿Dónde lo tengo guardado? Me hará falta. Brr, qué frío tras las orejas. Comida en abundancia. Medio siesta viendo a la idiota del programa «El rival más débil». Me descubrí mirando la matrícula de una kangoo aparcada, por si era matrícula CFN. Vaya, parece ser que no aprendo demasiado de todo esto. Encuentro con el hermano de Nano, que me mira la cabeza con cara de grima. Le digo que voy a afeitarme otra vez, porque lo hice mal a ratos. Más cara de grima.
Bajaré a por unas cervezas, porque el clima arrecia y uno debe pensar en ingerir calorías del modo más agradable posible. Tengo varias historias que deben ser escritas. Bueno, que me apetece escribirlas.
Decía Kundera que el ser humano está imposibilitado para ser feliz. Porque lo que nos hace felices nos produce interés por repetir, y cuando repetimos nos hastiamos. Algo así (supongo) como la perenne novedad, y además conscientes de no deber repetir jamás, o a lo sumo un par de veces.
Bah, Kundera decía muchas cosas. Paniker es más optimista en ese sentido. Dice que sólo viviendo en un eterno presente podemos acceder a la felicidad completa de los gatos, los perros, todos ellos. Eso me convence más. Soy malo recordando, y mucho más proyectando. Decía: «la felicidad del animal que te guiña el ojo».
Consciente de, pero a la vez inmerso completamente en.
Ciclotímico. Interesante palabro. Perfecta descripción de un cuadro clínico y, ¿por qué no?, de un evanescente presente que siempre, como sea, llega a trompicones.
Bueno, al menos a la petanca sí puedo jugar.