No me digas nada. Como si nada hubiera sucedido o como si lo hubiera hecho demasiado a menudo como para comentarlo.
Al fin y al cabo no era tan complicado entonces.
Tampoco lo es ahora.
Sentado mirando la tarde que se va desplazando al olvido con el tic-tac de los millones de relojes
que nosotros mismos construimos en voz alta.