A fuerza de no saber nunca quién soy
me he hecho una imagen bastante aproximada de mí mismo.
«Su locura le mantenía cuerdo».
Es posible que todo lo que he hecho
que todo lo que he dicho
que todo lo que he sentido
tuviera un fin oculto más o menos evidente.
Tautologías…
Es evidente que el camino de uno mismo siempre es tautológico…
Eludimos ir al lugar al que siempre estamos yendo…
mientras no dejamos de ir, por supuesto.
Le pregunté a algún idiota por el cybercafé más cercano,
y cuando me respondió le mandé a la mierda.
No tenía nada en contra suya, odiaba a la humanidad entera
y le tocó a él recibir el paquete. Simplemente.
Me pregunto por qué odiaba a la humanidad entera.
Era sencillo.
No era nada complicado, no tenía misterio.
Él era parte de todo lo que me estaba diciendo dónde ir,
dónde encaminar mi derrota.
Después le pedí perdón,
convencido de que no serviría de nada.
Es cuestión de silencios cuando las palabras duelen.
Es cuestión de mantenerse firme cuando el tiempo cae.
Es cuestión de mirarte fijamente y decirte «te amo»,
sabiendo que eso no va a ninguna parte.