Subimos,
sobramos,
golpeamos sin entender
demasiado los ojos desmesurados
del desdecirnos en unos
sueños tan voluntarios;
tan falsamente enhiestos.
Si pudiera decir
cómo son las cosas
sin ser demasiado coherente,
si pudiera ser lo suficiente
como para escribir algo
que no llegase a ser nada;
si entendiese cómo comenzaron
los años a caer rodando las
calles que no pasee,
si pudiera inundar de realismo
los recuerdos y no construyese
ciudades perdidas en paraísos
idílicos;
si, anual, concretase en lo que
fue lo que fui,
si animase mi cara que ya
no reza y pidiese por nosotros
a diosas distintas de la cerveza;
si todo eso sucediese quizá
mi espejo callase, al
encontrarle mirándome extrañado
cuando me asomo
a su ojos ciegos.