No me fío. Te juro
que ya no intento creer
lo que en mi cabeza habla,
lo que me dice. No intento
ni siquiera imaginar lo
que se calla.
Cuando vuelvo atrás
tengo la sensación de no
haber regresado, de recorrer
un sitio distinto, de estar
allí donde jamás estuve,
de hollar con pies más viejos
nuevas tierras pretenciosamente
conocidas. Tendenciosamente.
Barrunto que soy presa
de mí mismo y, para eso,
no encuentro depredador
más terrible, concienzudo,
tenaz, insobornable.
Así que, cuando vivo
en un universo sin pasado,
tengo mis dudas sobre estar
olvidándome de algo.