Realidades desconchadas me
dicen mis ojos. Yo les
vigilo, pues son ellos quienes a
veces rompen las cosas cuando me
descuido.
Pábulo de nicotina directo
a los alvéolos, suero de 40 grados raudo
al fondo del estómago. Poemarios
que
excentran mi rotundidad ineluctable
cotidiana, en intravenosa reforzada
al cerebro.
Parece que sopla viento.
(Y me duele, no hace más
que parecerlo hasta
que la bola gira y…
todo
comienza
de nuevo).
Mañana más y la vida
equivocándose de nuevo conmigo.
Ahora sólo hay que sacar
el tablero, y
conseguir meter todas
las fichas dentro.
(Me tomo un café en Plaza
Castilla, leyendo el periódico y
un poco a Lorca. Hace
frío aquí dentro. Tengo
dinero para pagar esto, estoy
contento).
Realidades desconchadas cuando
quiero
decir
(y lo juro lo intento)
realidades con dos caras.
(Mis ojos juegan a situar
centros
de ejes de coordenadas,
ahora todo gira alrededor de
la estación de metro).
Es molesto no saber jamás
dónde poner el cuento, parece
que no encaja y que no
entiendo, y es
que llama la sangre
que sabe listísima mi pasado
y mi futuro,
lo tiene escrito dentro.
Y no daría un ápice por conocerlo.
“Dumba etna”,
gritan las sillas de mi
despacho
en este portal desierto.