Bueno. Aquí estamos. Estamos y no estamos. Andamos, que no es poco. Acabo de pedir a telepizza, con el orujo que Ricardo me regaló en la boca. Quizá no sea bueno, quizá no lo sea todo. Pero soy algo.
Estamos en un proyecto nuevo. Tenemos los días contados, los nervios a flor de piel. He registrado todos los nombres para la historia. Me siento cansado. Tengo la sensación de haber vivido mucho para no haber vivido nada. Conocí, por fin, al fotógrafo dueño de la web que hago. No es un mal tipo, no lo es en absoluto. Como siempre, cuando le vi, tuve ganas de hacerle la web gratis. Nunca me acuerdo de que yo soy el tipo que paga mis facturas. Creo, incluso, que desprecio al tipo que soy yo mismo que paga mis facturas. Afortunadamente, no intentó negociarme. Si lo hubiera hecho lo hubiera conseguido, seguramente.
Hoy quedé con canta. N. no salió en ninguna conversación, pero estaba en todas. Vi sus fotos. Juro que no quiero volver a jugar su juego. Juro al mismo tiempo que la amo. Qué difícil es el juego de estar vivo. Qué difícil es este juego. Yo antes estaba a gusto con Canta. Ahora me acuerdo de su hermana y me pongo tenso. Me gusta ese tipo. Me gustaría abrazarle. Me siento unido a ese tipo. Pero ahora afloran un montón de cosas que no deberían. Siempre me acuerdo de hare en estas situaciones. Es una especie de mi isla, de mi tranquilidad cierta y manifiesta. Es como el lugar al que siempre llamas el lugar. Cuando estoy tenso, pienso en el pibe que más me tensa pero que al mismo tiempo más me conoce. Y me siento en paz. Me siento parte de algo. Por mucho que no lo entienda, por mucho que yo no lo entienda, por mucho que él no lo entienda, soy parte de hare. Y él de mí.
Me tomo el orujo de Ricardo, el que me trajo de vete a saber tú dónde. Y pienso en N., en canta, en hare, en sara con su pierna jodida y doliente, en ali y su constante intento por hacerme sonreir, en mi ex-alumno y la pálida, en koldo y nuestros desencuentros, en todo lo que no soy y quiero, en todo lo que quiero pero no entiendo. Este orujo lleva más de un par de años en mi reserva, y es psicotrópico.
Recuerdo que antes era todo más fácil, y no me refiero al tiempo con N. En el tiempo con N. todo era más complicado. Recuerdo que era más fácil cuando no tenía que darle señales a nadie porque yo solo componía el juego.
Ahora, aunque intente que todo sea sencillo, recuerdo a mucha gente.
Todos son parte de mi vida.
Es complicado.