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las fronteras, los enemigos








Una pregunta que no tiene respuesta es una barrera que no puede atravesarse. Dicho de otro modo: precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia del hombre.

Dicho de otro modo… qué bueno. Que mítico. Es relajante, incluso terapéutico, ver que las cosas se pueden decir de otro modo. Eso las relativiza, las hace dependientes, un poquito más extricables, o al menos alcanzables. Salí, sí, salí. Estuve en Madrid, por Ciudad Lineal. En un lugar que se llama «Los enemigos», enfrente de un bar que se llama «Los amigos». Para pensadores diré que tomé unas cervezas. No me emborraché, pero tomé unas cervezas. Se puede expecular, seguramente. Seguramente me tomaré unas cervezas con Cisneros este fin de semana. Pero nada serio, supongo, como hoy. Una noche genial. Una noche excelente. Excepto…

With or without you, que sonó en el bar. Lo estuve comentando con Mary Ángeles. Ella después estuvo hablando de lo bien que se pasaba en mi casa, cuando… y es cierto. Fue cierto. Fueron unos momentos bestiales. Sacaba intención e ilusiones de Lorelay para eso y para todo lo demás. El caso es que ya no. Se pueden realizar preguntas, por supuesto. Pero fuera de mi alcance humano. Eso sólo lo podría responder hablando con Lele, pero ella no tiene intenciones al respecto. Y, aunque jodido, lo respeto. Fueron muchos dolores los que causé. Lamento citar: ¿qué borra una lágrima?, ¿qué sonrisa tiene esa fuerza?

Me gustan las fotos en las que estoy especialmente feo. Me siento más a gusto con ese tipo. Me siento un bestia. Tengo cara de bestia. Es cuestión de aceptarlo. No olvido, no puedo olvidar una frase de Víctor, el genial Víctor. Me dijo: «has tenido nueve años para amarla». Es una frase tendenciosa, Vic, durante mucho tiempo lo hice, y lo hice muy bien. Algún día seré capaz de escribir esa novela, y juro que todos os retorceréis de placer y dolor en las banquetas. Material hay de sobra. Si no lo consigo, será por torpeza. Amé muy bien, y fui amado mejor todavía.

Estoy iniciando el periplo del desvele. Después de esto escribiré algunos llantos más. No he podido dejar de pensar en Lore en todo el día (como en los últimos tres meses). No me detengo, sigo caminando, pero lastrado. Muy lastrado por el recuerdo. Esta noche, sobre todo con Iván y Mary Ángeles, he recordado muchas cosas. Casi todas buenas.

Y por ello y por lo no sucedido estos últimos días me callaré muchas cosas. Muchas cosas no entrarán aquí, porque no tengo las respuestas. Quizá no las hay, no todo es explicable (mi error constante es pensar que todo es explicable, supongo). Pero… subo al trén, me monto en él y saco un libro, intento pensar en el libro y concentrarme, pero… no olvido. No olvido que nos despedimos en una estación casual, un día como otro cualquiera, y que ella está con otro libro en otro vagón, ya en otra vía. Y no puedo dejar de pensar que las cosas no deberían suceder así, no debieran nunca haber sucedido así. Pero ella cortó los puentes entre los trenes, que ahora ya divergen. Y no es el 14-S. Ahí quizá fue incluso necesario.

No puedo concentrarme en el libro porque sigo en la estación. Esperando aún ese tren que debiéramos haber cogido juntos.

Buenas noches.

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