Esto es la maldición del sentido común. Uno ve un cuadrado y dice “mira, un cuadrado”. Y resulta que las normas sociales, lo políticamente correcto, los sistemas educativos, las carreras profesionales, en definitiva la humanidad entera parece estar edificada sobre el pilar de que aquello es un círculo y te lo tienes que llevar rodando, calladito y sin rechistar, con iniciativa y motivación propia. Y como se te ocurra ni siquiera mencionar que aquello parece cuadrado, miles de años de moral se te echan encima con la fuerza del big bang. Eres un radical egoísta soberbio anarquista conflictivo que cree ver un cuadrado por motivos de inmadurez, cobardía, odio a la humanidad, envidia, resentimiento.
Tú callas y ellos aplauden. Tú hablas y ellos acusan. Tú dejar de ser tú y ellos permanecen orgásmiscos para el resto de sus vidas. Nada nuevo.
Nada nuevo, pero sí jodidamente despreciable. Es lo que tiene ver viendo. Los más, ni tan siquiera ven. Sólo hablan y opinan.
Je, nada nuevo, pero bien contado, está bien la novela de Alfredo. El único problema es que, por algo, no termina de ser una novela. Lo digo más como una sensación que como un argumento racional. Pero está escrita de forma entretenida, con su escipiente y con su carnaza.
Lo mejor es que si todos empezamos a contar lo que vemos, quizá el círculo vuelva a ser lo que nunca ha dejado de ser, un cuadrado. Claro, ya sé que soy utópico, pero es así, o quiero creer que puede ser así.
A mí me pasan unas cosas… cuando te leí anoche, no vi el título de la anotación… Aysss, lo anotaré para buscarlo.
Contar lo que vemos es difícil: por cada boca que habla, hay decenas de manos esperando para taparla.
La utopía es necesaria. ¿Para qué? Tampoco lo tengo claro, pero tener la certeza de que algo no va a ser, ni tan siquiera como sueño, es demoledor…
No es raro, es que esto lo podía haber dicho yo, o lo podías haber dicho tú… no es nada raro.
Eso iba a decir yo