Ayudar a un amigo siempre es estupendo, pero lo jodido es cuando todo se jode.
Después de una semana configurando una vieja reliquia de un compañero de trabajo, el ordenador de sus padres, terminamos por fin de dar con la clave y le vemos funcionar de puta madre.
Monto el ordenador, la disketera en su sitio, la grabadora y todo lo demás (lo teníamos desperdigado por la habitación), lo enciendo, pega un pedo y se jode.
Y ahí, al ver su cara, me entraron ganas de llorar, o de yo qué sé. Petó. Reventó.
No sé si podré dar con la clave, pero un petardazo lo jode todo.
Su cara.
Ayudar es bueno. Pero el otro lado…
Joder. Ostias.