Pero es la corriente que marca los tiempos y que resume el economista Tim Kane, del think tank conservador Heritage Foundation, quien asegura que las pensiones son tan anacrónicas como los dinosaurios y como estos desaparecerán porque no tienen cabida en las relaciones laborales del siglo XXI.
Según Kane, los sindicatos ‘tienen que cambiar de mentalidad’ para hacer frente al reto de la globalización.
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Por si alguien duda todavía de que el concepto de globalización enmascara sin tapujos el capitalismo más extricto. Ahora incluso se puede utilizar alegremente como argumento para eliminar de raíz los beneficios sociales. Y seguimos tragando como ovejitas. Aunque no importa, tenemos la ayuda del tercer mundo gracias a las regularizaciones, abrimos las puertas «desinteresadamente» para que todo continúe como continuó siempre.
El 63% del empleo temporal creado en el último año se ha cubierto con trabajadores extranjeros.
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Cosa que viene muy al pelo de otro artículo publicado en el periódico:
El Gobierno quiere que esa asistencia [a la dependencia] sea pública, pero no está claro cómo se va a financiar. De momento se dice que no será universal, sino vinculada a las rentas de los beneficiarios. Es decir, sólo será gratuita para quienes demuestren que no pueden pagarla. Hoy la pagan las familias y en buena parte la prestan los inmigrantes.Y este fenómeno añade otra incertidumbre a medio plazo. Tenemos hoy una generación nacional bien empleada que coincide, en edad, con la que se ha incorporado desde el exterior los últimos años. ¿Podrán jubilarse todos a la vez? De momento esa generación avanza hacia el 2030 como la arruga de una camisa cuando se plancha.
Artículo completo en el periódico.
Además del tema del fomento de la precariedad laboral en aras de los intereses de los empresarios (que de eso se trata) añadimos el tema escabroso de las pensiones (que van a durar, dicen, pero nos recomiendan no jubilarnos pronto, hábiles contorsionistas de la paradoja) y finalizamos con el tema de la dependencia, derivado del aumento de la esperanza de vida (menudo cacho de eufemismo también en sí mismo). Con eso ya entendemos bastante el tema de la inmigración, aunque… me pregunto… en un mundo globalizado… ¿por qué ponerle puertas al campo? Evidentemente, para que todo siga como está y se puedan enmascarar las regularizaciones interesadas en regularizaciones desinteresadas y altruístas.
No son ellos los únicos jodidos, porque aquí, por estarlo, jodidos estamos todos. Es evidente que la política económica de los últimos años tiene como pretensión atraer la inversión en base a una reducción abisal de los costes laborales, política que no le presta ninguna atención al hecho de que aquí un tomate no cuesta lo mismo que en Marruecos, es decir, que en lo tocante a la reducción de salarios tenemos un límite que marca el propio mercado capitalista establecido:
Los trabajadores españoles del sector privado ganan un 33% menos que la media de los 15 países de la Unión Europea anterior a la última ampliación, pese a trabajar 11 horas más al mes y tener dos días menos de vacaciones anuales pagadas, según datos de la agencia estadística europea Eurostat.
Incluso cuando la comparación es con los 25 miembros de la UE, los españoles ganan de media un 25% menos.
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Pues a menudo buen puerto han ido a arribar. La proximidad lingüística es una trampa a corto plazo.
Después, una globalización que es mentira empieza a dar ostias como panes:
La liberalización textil destruye 20.000 empleos en España
La entrada de productos procedentes de China aumentó el 90% y supone ya el 8,9% de las compras textiles en el exterior. La producción nacional es un 30% inferior a la de 2000.
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La importación de productos textiles procedentes de China dio un paso de gigante en 2005 gracias a la supresión de las cuotas de importación. A falta de las cifras de los dos últimos meses del año, el Consejo Intertextil Español (CIE), la patronal del sector, calcula que la importación de productos chinos se ha disparado hasta un 50% en el conjunto de 2005. El ritmo duplica el registrado en el ejercicio anterior, en volumen de negocio.
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Si quieren globalización, que asuman que los países que suponen mano de obra barata pueden verle tres pies al gato y empezar a fabricar ellos mismos sus cositas y a vendérnoslas, que si no esto no es globalización sino ampliación de las fuentes de trabajadores… por no mencionar que la «globalización» en repúblicas bananeras como España también levanta sarpulliditos:
El déficit por cuenta corriente español se disparó un 62,2% en tasa interanual, hasta los 54.109,9 millones de euros, según ha informado el Banco de España. Este incremento se debe al mayor déficit comercial y a la evolución del saldo de la balanza de rentas.
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¡Olé!, ¡España cañí!. Adoramos a los que nos entierran, como tremendos pelotas que somos.
Y así, este mundo globalizado continúa su andadura con pasos firmes…
Según el último Panorama Social de América Latina, publicado el pasado mes de diciembre por la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) sólo entre 2003 y 2005, más de 13 millones de personas han salido de la pobreza en toda la región. Sin embargo, el 40 por ciento de la población, es decir, más de 200 millones de personas, sigue viviendo por debajo del umbral de la pobreza y 88 millones de latinoamericanos malviven en la indigencia.
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¡Prueba a contar desde uno hasta doscientos millones, uno, dos, tres… y te harás a la idea de qué están hablando!
Y la gran mentira, esbozada en cinco líneas, nos consume al mismo tiempo que nos consuela con sus mentiras. No sé si alguien duda aún hoy del camino que toman las cosas, pero para mí está mucho más que claro:
Nos toman de la mano al mismo tiempo que nos clavan el cuchillo por la espalda.
No se me ocurre qué más decir.
Excepto que, joder. Nos dejamos.
No sólo utilizan el tema de la globalización para pirarse fuera y hacer balones y muebles baratos con trabajadores que son mantenidos en condiciones infrahumanas, sino que además lo utilizan como argumento para rebajar los beneficios sociales. Este sistema no se mantiene más que en base a las desigualdades, e intentan, rizando el rizo, que lo poco que hemos ganado se reduzca a lo mínimo.
Habla por ti. ¿Crees que tienes más de lo que debes? Entonces, sé consciente, ¿crees que es coherente rebajar tus exiguas condiciones de vida, o que sería más coherente que todos pudiéramos tener esas mismas condiciones?
Pues ya está. Por eso mismo no funciona nada, joder. Porque esta parafernalia nos reduce a todos al servilismo más atroz en aras de una producción que no puede, ni de lejos, justificarse a sí misma.