Literalmente.
Ayer me fui a que me dijeran los resultados de unos análisis y terminé haciéndome las pruebas de la alergia. Y encargando más análisis. Yo hace tiempo que en ciertas cosas he dejado de preguntarme qué. Por un lado pienso, con algo de ironía pero quizá no tanta, que no me importaría que me encontrasen algo bien. Por otro lado me doy cuenta de que si no tuviera algo bien no estaría escribiendo esto. Pero bueno, se entiende por dónde voy.
Tengo alergia a todo. De 21 muestras a 18 sustancias. No me dieron una lista de a qué, lo cual me dejó un poco extrañado. Extrañada estaba también la que me hizo la prueba cuando volví con la botonera de un ascensor en el antebrazo. Extrañada la alergóloga, que me dijo que era seguramente candidato a vacuna durante entre 3 y 5 años, seguramente 5 en mi caso. Quizá no estaba ninguna de ellas extrañada y soy yo que me lo imagino.
Bueno. Hoy he ido al dentista y lo tengo todo bien, no necesito nada. Un año hasta la próxima revisión. Ahí está lo del algo bien que pedía antes.
En realidad me alegra un poco. Ahora sé por qué todo me costaba tanto, al menos en comparación con lo que parecía costarles a los demás. Insuficiencia cardiaca junto con alergia universal, ¿qué podía saber mal? Me gusta que me detecten cosas, me gusta que me traten cosas. Me gusta subir las cuestas como si no lo fueran. A finales de mes tengo pruebas del corazón, y, si resultan en función de cómo me siento yo, espero muy buenas noticias.
No sé qué mecanismo de compensación está funcionando ahí, pero tanto mental como físicamente voy estando mejor según más cosas me detectan. Por mí, por supuesto, que siga. Lo del sentirme bien, lo de estar bien. Es maravilloso.