Pues ayer el ensayo no me gustó tanto. La guitarra no me sonaba bien, la voz tampoco, el ampli tampoco. No comprendo por qué las cosas pueden ser así con el sonido.
Después, al llegar a casa, coloqué de nuevo el equipo e hice algunas versiones de algunos de mis temas antiguos con los acordes en loop debajo y delays, reverbs y demás parafernalia haciendo detallitos ligeros, creando espacios. Hay que currárselo un montón porque los estribillos y los puentes están ahí y tengo que ver cómo hacer el cambio sin que nadie se entere, pero como idea inicial me gustó más que aporrear los temas como si estuviera con la acústica.
"Marla’s philosophy of life, she told me, is that she can die at any moment. The tragedy of her life is that she doesn’t." Algo así como: la filosofía vital de Marla era, me dijo, que podía morir en cualquier momento. La tragedia de su vida era que no lo hacía.
Todos sabemos que podemos morir en cualquier momento, aunque todos lo olvidamos. Y por un buen motivo. Tener en mente cada minuto que nos podemos morir al siguiente dificulta las cosas.
Hay cosas que nos acercan la constancia de la presencia de la muerte y cosas que nos la alejan. Cuando muere alguien cercano, por ejemplo, somos muy conscientes de la muerte. Sin embargo, cuando escuchamos una canción que nos acompañó hace veinte años por un momento se nos olvida, volvemos atrás y estamos allí.
Por eso es tan difícil cambiar una canción de hace veinte años y que no haya alguien que no te entierre en una zanja.
Estás arruinando lo que nos hace, por un momento, eternos.
Lo suyo, y lo sé, es que aporrease los temas como si estuviera con la acústica. No tengo nada en contra de eso. No tengo tampoco nada en contra de los temas antiguos. Pero apetece probar cosas nuevas, respirar otros aires, usar los cacharrines que me fui comprando el año que casi morí. Es solo eso. Hay tantas opciones que no explorarlas se siente como una pérdida. Mi habitación es preciosa y estoy a gusto en ella, pero me apetece mirar por la ventana.
El título del post es el de una novela que escribí hace no sé ya ni el tiempo sobre K Reilly, un ladrón de la Orden de Sombras con el que jugaba a Guild Wars 2. Los malabarismos que tengo que hacer para mantener las uñas enteras usándolas tanto para tocar me hicieron recordarla anoche y me dieron una sonrisa gratis. Ainst, las cosicas. Me sigue pareciendo una frase tremenda. La novela no tanto.