Al principio debió ser bailar, cantar y bailar como forma de integrarse en, de acallar la individualidad sin abandonarla. Porque no se puede pero se puede estar cerca. Integrados en las estructuras, las costumbres… nadie que quiera vivir en el mundo quiere vivir solo. La soledad asusta, por mera supervivencia. Pensamos que vivimos solos a veces pero está el que nos hace el pan, la ropa, revisa estructuras, nos pone un café. Vivir solo no es del todo eso, es otra cosa distinta.
Acallar la individualidad: soy yo cantando, esta es mi voz, soy yo bailando, este es mi cuerpo. Y lo hacía en medio de los otros que cantaban y bailaban a mi lado. Ellos que eran ellos y yo que era yo formábamos algo diferente que era un nosotros orgánico en cuanto integrado. Entiendo que eso debió ser la música, aunque supongo que es una romantización. Debió ser algo que cumplía una función sencilla y diaria, como desayunar por las mañanas o limpiarse el culo después de cagar: unir a la tropa, exorcizar demonios, salir de uno mismo. Vaya navaja suiza. No idolatrar modos de vida o exaltar presuntas genialidades… no. Cantar y bailar como algo diario y normal. ¿Quizá había trovadores itinerantes que eran eso, estrellas del rock? "Eh, ha llegado el que sabe cantar, sabe historias, trae noticias". Preferiría que fuera algo de cada casa, la verdad. Me gustaría saber más sobre eso.
El caso es que me lo planteo porque quiero recuperar algo de eso. Un poco de síndrome de Stendhal, algo de teatro y de truco de magia usando los elementos que tengo. Eso siempre termina en algo entre un acierto y un ridículo espantoso. A ver dónde consigo colocarlo dentro de ese espectro. Yo sentí la semana pasada bastante de eso con los loops y las modulaciones de la guitarra en el local. Y lo estaba haciendo yo mismo para mí mismo, no es que me estuviera ocultando cosas. En ese sendero estoy caminando.
Siempre he pensado que las canciones que se popularizan se escapan del autor tan pronto como empiezan a ser muy importantes, y que para legitimarlas lo ensalzamos acto seguido. Alguien que ha hecho algo tan importante para nosotros debe ser un genio, algo tan importante para mí, para nosotros, no puede haber sido creado por un imbécil o un necio. Elvis muriendo en la taza del váter, Mozart en la descripción que hace de él la película, son remates irónicos de una mentira que es parcialmente verdad. No son dioses, no conocen ninguna verdad revelada, pero han conseguido que nos reunamos en torno a algo. El que les veamos como genios no es algo que hagamos por ellos, lo hacemos por nosotros mismos, es para lo único que los necesitamos. Ellos son, de alguna forma, lo que estuvo dentro del dibujo de tiza.