«Condenar el trabajo infantil es insensato e improductivo», declaró Päivi Mattila, profesora de ciencias sociales de la Universidad de Helsinki, que ha realizado varias investigaciones sobre trabajo infantil en Asia, América Latina y África.
Claro, ¡si lo mejor es festejarlo! ¡Alegrémonos de que gracias a un sistema económico que necesita las desigualdades aquí los niños van al cole y engordan (si quieren)!
La educación institucional debe incluir formación en oficios como mecánica de autos, electrónica y carpintería, instó Mattila. «Y esa formación debe trascender la discriminación de género. No es posible que siempre se enseñe a las niñas cosmética y cocina, y a los varones siempre mecánica y carpintería», reclamó.
Eso, que trabajen, pero sin discriminación alguna.
«La escuela debe reformarse para permitir que los niños trabajen mientras aprenden. La escuela debe respetar las tradiciones africanas de enseñanza oral e incorporar a sus programas el aprendizaje de oficios, además de conductas que permitan a los niños transformarse en ciudadanos valiosos», exhortó (Aimé Bada).
Pos fale.
Todos de buen rollo tomando soluciones reales generadas por un sistema injusto en vez de atacar el sistema injusto. Pero qué bien se queda apelando al sentido común, ¡y además sin cambiar nada! Sic.
Que quede para la posteridad:
«Condenar el trabajo infantil es insensato e improductivo». Päivi Mattila.