# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (755) | canciones (156) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (353) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.694) | atranques (1) |

pastan las cabras

Tales palabras son un modo de ser de todas las palabras, que no se identifica con su impotencia para decir de una vez sino, por un lado, para quedar reducidas a un decir que en modo alguno sea y, por otro, para limitarse a ser sin decir. Pero, en especial, por su potencia de no llegar a ser nunca del todo, su potencia de no poder tan sólo ser, su capacidad de ser como sin ser, que es lo que les permite decir que no son, sin más, lo que dicen y que precisamente eso es lo que dicen.

Angel Gabilondo, Menos que palabras.

Un ronroneo sordo viene de mi regazo, pero no de mi interior.
Úrsula espira y luego vuelve a roncar. Su mano se vuelve flácida en torno a mi polla. Se arrastra sobre mí. Su pelo me cae sobre las piernas. Su oreja suave y cálida se me hunde en el vientre.
A través de la espalda de mi camisa me pica el heno.
Los pollos arañan el polvo y el heno. Las arañas dan vueltas.

Chuck Palahniuk, Asfixia.

Estábamos allí, en el bar, mientras todo sucedía alrededor. Cada uno por sus motivos. Cada cual por sus chines, por sus problemas, por sus basuras, por sus intentos de no perderse en todo este camino. Estamos muertos, pero eso es cierto para todos aun antes de nacer. Mientras tanto, matamos el tiempo como podemos.

A mí me llamaban de cuando en cuando y ya sabía que tendría que irme pronto a otra parte. Sabía que no podía compartir el no hacer nada mucho tiempo más. Y no me sentía mejor por ello, sino todo lo contrario. Yo me hubiera quedado allí chuzándome hasta involucionar como todos, no conscientemente pero sí voluntariamente. Yo hubiera muerto por tu risa, pero tú ya habías muerto por entonces. Ahora me quedaba todo lo demás. Todo esto, amigo mio, sigue sucediendo aunque yo no entienda muy bien cómo.

En el fondo de todo, me dije antes de irme, está la necesidad de seguir siendo. No es fácil concretar, pero está la necesidad. Está la obligatoriedad, que es peor. Cuando dudas lo jodes. Cuando piensas dudas. Y lo jodes todo.

A través de la espalda de mi camisa me pica el heno.

Ese es mi contacto con la realidad. Las palabras existen porque configuran. Pero a mí, realmente, me da igual que existan.

A mí me sirven porque sugieren, es más lo que explican que lo que dicen. Pintan mucho mejor que hablan. Parece pretencioso, pero no lo es: yo en la cabeza tengo cuadros, no argumentos. Yo en la cabeza tengo imágenes.

(Palabras que reconocen no ser nada, reconocen ser cualquier cosa).

Reconocen sugerir, no definen.

Sigo siendo. Es extraño sentir el picor del heno en la espalda.

Como si.

pepephone

Hace tiempo que miro pepephone con ojitos, pero estaba muy a gusto en simyo. Sin embargo, al entrar hoy y pulsar el botón de «darme de baja», cosa que siempre hago por costumbre, porque desde el principio me gustó que fuera tan fácil, en vez del mensaje de confirmación habitual me he encontrado un campo para poner un teléfono al que dicen que van a llamarme para seguir tramitándola. Uh-uhh…

Tarde o temprano se tenían que notar los efectos de que orange comprara simyo.

Así que he vuelto a mirar con deseo a los pepes, y he buscado rutinariamente en google y he encontrado que dicen que todo lo que han hecho ha sido un error de manual.

Y me ha gustado. El otro día hablaba con mi hermana de la situación en la que nos están metiendo y me preguntaba qué podíamos hacer, si nosotros estamos en medio. Y yo creo que casi lo único que podemos hacer hoy por hoy es reaccionar como consumidores. Qué palabra más fea, y qué poco me gusta aplicármela a mí mismo. Pero así es.

Ya soy pepephone. Me voy con una compañía que tiene el call center en Palma de Mallorca. Donde se pagan los seguros y los impuestos correspondientes y la seguridad laboral es al menos decente. Pagaré un poco más que con los demás, es posible, pero mientras su historia no cambie yo estaré contento de estar con ellos (no uso prácticamente el teléfono como tal, así que tampoco lo notaré demasiado).

Eso es lo que podemos hacer. Informarnos y estar contentos. Si mi información cambia mañana, yo también lo haré.

Nota 05/02/2014

A diferencia de otras veces al darme de baja de simyo ya no puedo descargarme facturas antiguas desde la web, o la de este mismo enero. Me deja conectarme pero sólo accedo a un mensaje continuo de error. Como huele a orange. Se lo he comentado a ver si responden algo. Ya lo dudo.

la humanidad del «pues tira de esta»

Bill Gates dice que su fortuna es para los pobres, que la tiene él pero que no la consume.

Muchos otros consumen apenas lo justo para mantenerse vivos.

Bayer no produce medicamentos para aquellos que no se lo pueden pagar.

Podría pagarlos Bill con el dinero ese que no es suyo y guarda para otros.

Parece que en Reino Unido van a estar disponibles para la venta a farmacéuticas y aseguradores los historiales médicos de los pacientes de la sanidad pública.

Hay que asegurar la inversión cuando la sanidad lo es.

Cuida de tus hijos, paga tus facturas, obedece la ley, compra cosas. Y no molestes, cojones.

La selección natural sólo es eficaz en un entorno de embudo. Falta de comida. Exceso de depredadores. Cambio brusco del entorno. Nosotros, si no tenemos el embudo, lo creamos. La única alternativa que ofrece el capitalismo para no ser devorado por sanguijuelas es convertirte en una.

En una situación sin embudo la selección natural no funciona, porque no tiene nada que discriminar si hay para todos y unas características no son especialmente relevantes sobre otras para sobrevivir. A algunos, que les pone palote la selección natural porque han hecho con ella una aleación para justificar lo suyo, prefieren generar situaciones de escasez y justificar que el mundo siga siendo una puta basura como la única dinámica sostenible.

Si hay tanta escasez teórica, ¿por qué algunos tienen tanto? ¿Por qué se crean cuotas de reducción porque se está produciendo demasiados alimentos? Porque no la hay (el maravilloso mundo de las subvenciones y los excedentes).

Lo que hay es miedo a la escasez. Y acumulación. Y falta de humanidad.

Y un sistema que se basa en crear embudos donde no los hay. Porque es su único criterio de distribución (el dinero es el baremo de accesibilidad).

Un launcher que nos lleva inexorablemente al desastre.

Los que lo sufren sienten que no pueden hacer nada.

A los que se aprovechan de ello se la suda el resto y limpian su alma con caridad (al menos aquellos que necesitan aún limpiarla debido a algún resto vestigial de virtud o aquellos en medio de alguna operación de marketing exfoliante), y después de confesarse siguen haciendo una y otra vez su mierda.

Eso es como matar a 200 tipos y alegar en tu defensa que, sin embargo, eres padre de cinco.

«Eh, vale, vale, asesino, pero restituyo una parte al mundo de nuevo».

Y sonreír tan tranquilo. Alegre, confiado. Seguro de ti mismo.

Haz lo tuyo, deja en paz a los doscientos tipos (impuestos, condiciones laborales, medio ambiente) y después restituye lo que quieras.

No me guarrees la charca.