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odiar a Bezos

Si este no es motivo para odiar a Bezos por encima de casi todas las cosas, que lo sea la política laboral de Amazon.

(Odios en orden inverso de importancia, ya lo dije cuando hablé de pepephone, cada vez me importa más cómo se distribuye mi dinero).

Después de reparar el interruptor general de luces del golf 1990 y ver que se puede abrir, tocar, reparar, limpiar y volver a poner en su sitio sin problema alguno, esto es la locura completa. Alguien se ha tomado mucho trabajo para que aquí no se pueda meter mano sin romper algo, y lo ha hecho estupendamente.

No es ninguna novedad, pero nunca está de más volver a experimentar que nos dirigimos a un mundo de sabios idiotas, sabemos utilizar cosas pero no cómo funcionan.

xiii simposio renta básica

Con una renta básica, por ejemplo, la gente tendría más libertad para buscar otro trabajo que fuera más acorde con su formación y sus gustos, y muchos jóvenes no se verían obligados a aceptar condiciones de trabajo de miseria como ocurre ahora. Eso entronca con la idea que algunos defensores de la renta básica apoyamos desde hace tiempo: que no solamente se trata de una medida que podría acabar casi de un plumazo con la pobreza, sino que incrementaría la libertad de buena parte de la ciudadanía.

Entrevista a Daniel Raventós, profesor de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona

Y el programa del simposio.

¿Realmente alguien aún cree que utilizando como argumento incrementar la libertad de la ciudadanía va a recibir apoyo de aquellos a los que sólo les interesa su esclavitud, como precisamente aquellos que se enriquecen ofreciendo trabajos de mierda en condiciones de miseria que la gente necesita aceptar como única opción para poder seguir comiendo?

darle

El artista que hay en él va a ponerse frenético de rabia cada vez que oiga ese remedo de su deseo, de todo lo que quiso decir mientras luchaba, tambaleándose, escapándosele la saliva de la boca junto con la música, más que nunca solo frente a lo que persigue, a lo que se le huye mientras más lo persigue. Es curioso, ha sido necesario escuchar esto, aunque ya todo convergía a esto, a Amorous, para que yo me diera cuenta de que Johnny no es una víctima, no es un perseguido como lo cree todo el mundo, como yo mismo lo he dado a entender en mi biografía (por cierto que la edición en inglés acaba de aparecer y se vende como la coca-cola). Ahora sé que no es así, que Johnny persigue en vez de ser perseguido, que todo lo que le está ocurriendo en la vida son azares del cazador y no del animal acosado.

El perseguidor, Julio Cortázar.

Afonico, con los dedos de la mano izquierda dislocados y las yemas entumecidas.

Ayer Nano terminó sangrando contra el cajón flamenco.

Yo estaba en otro barrio, he empezado hace poco a correr y me duele todo el cuerpo, tenía que escapar de eso. Necesitaba escapar de esos dolores de mi cuerpo fofo. Y la música lo pone fácil.

No hay mucho más que importe cuando te pones a darle. ¿Dónde se queda la cabeza, en los ritmos? La mano derecha duele, los tendones a punto de reventar. Cada vez toco más rápido, los ritmos son más frenéticos. Y, por supuesto, cada vez estoy más viejo. Al mismo tiempo me estiro, echo la cabeza hacia arriba para dejarle paso franco al aire desde mis pulmones hasta el mundo exterior.

Puedo notar cómo va saliendo la rabia, centímetro a centímetro. Y la alegría.

La rabia y la alegría de todo, por todo.

Centrado en el ejercicio, en el esfuerzo, en el ciclo. Viendo allí a lo lejos lo que sé que voy a hacer, lo que tengo que hacer, lo que no puedo hacer otra cosa diferente que hacer. Lo que va a salir de todo esto, esos caminos, caminos de ese calibre, ese tipo de caminos.

De momento sólo saludando con la mano. Hoy estoy a otra cosa y puedo respirar tranquilo en territorio conocido.