# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (759) | canciones (157) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (356) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.704) | atranques (1) |

tortilla de melocotones y canónigos

Pues sencillo. Recetas sencillitas para solteros inoperantes en la cocina.

Coges un puñado de canónigos y los limpias bien bajo el grifo. Limpias un melocotón y lo troceas. Colocas una sarten en el fuego con un chorrito de aceite. Cuando está caliente echas el melocotón y los canónigos, mueles un pelín de pimienta, unas hojillas de orégano, una pizca ínfima de hierbabuena. Cuando te dé la gana o cuando veas los melocotones dorados retiras la sartén del fuego, echas su contenido en un plato y le pasas un papel de cocina para limpiar el agüilla aceitosa que queda.

Otra vez la pones al fuego. Un chorrito miserable de aceite, que recubra el fondo en una fina película. Echas un par de huevos batidos con hiervas provenzales y un par de pizcas de sal (un poco más de lo normal para eliminar un poco el dulzor del melocotón).

Cuando cuaje el huevo por debajo echas los canónigos y el melocotón frito en el centro, y doblas los bordes de la tortilla. Le das la vuelta y dejas que se dore por el otro lado. Cuando tu superior inteligencia te indique que está todo listo retiras del fuego, dejas pasar cinco minutos y te la comes con un buen vino.

Luego, ensuciar la cena con unos risketos y algo de tele basura es opcional.

Que aproveche.

entreverado

El tiempo tiene la concición de ser tajante. Escribe sus relatos en trazos rápidos, cortados, entremezclados. No hay quien le discuta. Entremezcla, revienta, lustra, une, golpea. Y los demás le miran.

Eso es relativamente refrescante. No depende de. No depende nunca de.

Mañana es el psyco-concierto, o el comienzo de una nueva época. O yo que sé. Qué pasa.

payasos multiplicados

No importa lo que se diga, cualquier acto termina siendo siempre un acto de odio. Te multiplicas en páginas, en relatos, en letras, en músicas, te triplicas, te vuelves infinito en un crisol de espejos forzados en los que pintas un retrato tras otro, una y otra vez lo mismo. Un acto de amor, parece. Te deseas tanto que quieres verte en todas partes. La deseas tanto que quieres verla en todas partes. Y es mentira.

No lo soportas, te niegas reafirmándote (¿?). Cuanto más te cuentas a ti mismo más y más te laceras. Soportas la vergüenza en base a hacerla cotidiana, constante, un zumbido en tu gilipollez interior. Consigues las fotos, los besos, los encuentros, te justificas en todo ello, en tus payasos multiplicados, con ojos de trapo, con frente de escarcha sobre la acera. Es un puro acto de odio, justamente porque el amor se desprende de todo, sólo necesita de sí mismo. El anverso del amor es el odio, y te das cuenta de lo diametralmente lúcido que supura este llanto forjado de risas, este dolor plagado de placeres o, sumariamente, este amor forjado en odio, revestido de odio, machacado por el odio.

Cientos de espejos deformados de azogue podrido. Es sencillo echarle la culpa al reflejo, imperfecta recreación de una realidad perfecta. Pero no es el espejo, amigo mío. No lo es en absoluto.