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jirones

No me gusta que las cosas se pierdan, se olviden. Aunque las cosas funcionan así, vives, recuerdas, olvidas. Lo bueno es que gracias a que escribí toneladas de poemas cuando era adolescente puedo volver a ellos (a él, otra cosa es discutir sobre si merece la pena hacerlo). En estos dos últimos años he escrito un montón de canciones a las que puedo volver. En su día hice otras canciones a las que vuelvo siempre, escribí novelas y relatos cortos a los que puedo volver si quiero.

Pero todo lo que se va sin un registro desaparece, se lo traga el silencio. Todo es una recreación y lo entiendo, pero cuando hay registro parece que al menos puedes tocar un poquito de todo aquello, que hay algo de cierto. Yo escribí esos cuadernos que atesoro en mi salón, mi mano hizo esos trazos que ahora leo.

No sé si lo que dicen es importante o no, pero tener eso sí lo es, desde luego.

Así que… medio año. ¿Cómo me he permitido este medio año de olvido aquí?

lo que quieres, lo que no, lo que queda

Pues hace ya cinco años, hace ya cinco años del momento en el que voluntariamente fui al lugar en el que iban a arrancarme los dientes para ponerme implantes. No fue un buen momento, no fue uno de esos lugares a los que vuelves en el recuerdo. Han pasado muchas cosas desde entonces y no todas están aquí, claro, porque esto está medio olvidado por más que me pese.

Recuerdo un momento en el que todo lo que me pasaba me parecía importante para otros. Pensaba que podía tener algún interés. Seguramente pensaba también que en el futuro quizá yo fuera algo y tendría sentido haber mantenido información pormenorizada de lo que me estaba pasando. Ahora ya no es así. O quizá ya no tengo las ganas de ponerme a. O quizá, no sé, resulta que lo que importa no es tan importante. Entiendo que el Miguel del futuro se sentirá algo arrepentido de no haber dejado algo, el Miguel que quiera volver la vista atrás y no tenga más que unos cuantos días al año registrados. Sé que es un poco cabrón por mi parte, pero no puedo hacer mucho más que lo que hago. Todos hacemos lo que podemos.

El caso es que hoy han terminado con la boca, parece. No del todo porque aún queda un pequeño detalle, pero no desmonta el hecho de que ya tengo mi boca y de que, desde que empecé hasta hoy, han pasado cinco años.

El caso es que, yendo al caso. Sigo en el mismo trabajo. Pasaron muchas cosas con la música, muchas, y otras siguen pasando. No he escrito casi nada, no sólo aquí (cosa que salta a la vista) sino hablando de novelas, poemas y relatos. He perdido años ganándolos. Lo genial de registrar las cosas, canciones, novelas, poemas y relatos, es cuando lo hacen sin interferir en tu vida. Sin convertirse en tu vida. Pero soy un poco obsesivo, cuando empiezo algo se come lo demás.

He pasado por muchas temporadas de barbecho, y siempre ha sido más o menos igual. Se puede resumir en un enorme y preocupante "¿y ahora qué?". Y justo ahí estoy ahora. Ya no estoy haciendo canciones cada segundo de mi tiempo libre. Conocí músicos y los perdí, toqué en sitios y los perdí. ¿Pierdo oportunidades, despejo la cosa-vida para ganarlas en otra parte?

El fino equilibrio entre tocar porque te gusta y no tocar cuando no te gusta. Conocer a gente que toca para tocar con gente y buscar disfrutar tocando con la gente que tocas. Es horrible. Quieres tocar, quieres tocar con gente, y al mismo tiempo encuentras gente con la que no quieres tocar especialmente. Por un lado no quieres perderlos porque es la gente que conoces con la que tocar, por el otro… no quieres tocar con ellos. No quieres tocar solo, pero disfrutas tocando solo. No sé, no termino de comprenderme del todo. Esa es mi cruz, entiendo, supongo. Se me escapan entre los dedos oportunidades que no quiero pero que son las únicas oportunidades que tengo.

Da igual. Sólo quería decir esas dos cosas. Que hoy parece que termina un proceso horrible que empecé hace cinco años y estoy felicísimo por ello, y que me siento culpable por no querer lo único que tengo.

Te hace preguntarte muchas cosas. ¿Estás dándote excusas? No sé explicarlo muy bien. Hace ya cinco años. Soy otras cosas. Y lo que más me descorazona es que no sé si estoy siendo injusto conmigo mismo por preferir no hacer nada antes que hacer a desgana.

No termino de comprenderme bien. Y quiero. El caso es que quiero. ¿Me excuso a lo tonto?, ¿huyo? No puedo saberlo y, ¿a quién creo? ¿Pierdo oportunidades, despejo la cosa-vida para ganarlas en otra parte? ¿Qué es lo que estoy haciendo?

Medio año. ¿Cómo he permitido este medio año de olvido aquí?

el relato

Hace tiempo que me cuesta verbalizar una opinión sobre casi todo, excepto en las cosas en las que me siento dominar. Y dentro de esas cosas ni siquiera en todos los ámbitos, sólo en los que suelo entrar en contacto con ellas. Tengo la sensación de que o la gente pasa mucho tiempo informándose o de que no les importa contrastar su impresión. No creo que seamos seres racionales. Creo que más bien respondemos a lo que se encuadra dentro de la opinión dominante en el grupo al que decimos pertenecer. Las discusiones políticas, por ejemplo, en las que se entremezclan temas administrativos, legislativos, económicos, judiciales… hay tanto que saber antes de formular un estado de cosas que no termino de comprender cómo es tan fácil dar una explicación constante sobre todo. Me estresa.

La otra opción es que defendemos el clan. Nos apoyamos los unos en los otros y vindicamos hasta tomar como propio lo que la gente de nuestra confianza opina, les cedemos el trabajo de documentación, lo externalizamos. El problema es que hace ya mucho que mucha gente se dio cuenta de lo fácil que es manipularnos por ese portón abierto.

No tenemos el tiempo suficiente para preocuparnos por la verdad, quizá deberíamos ir algo más despacio y darnos más tiempo, pero no lo hacemos. No es lo que nos importa, no es lo que nos interesa. No nos preocupa la verdad, suele ser la primera víctima en las celebraciones de la victoria. La verdad no es nada al lado de la victoria. Para conocer la verdad hay que mirar en muchos sitios, para tener la victoria casi siempre sólo es necesario ganarse el relato.

No nos preocupa la verdad. No nos informamos, no reconocemos nuestro error en las raras ocasiones en las que somos capaces de verlo. Esto es una guerra. Cada vez que hay una discusión son dos facciones en un campo de batalla en el que lo único que vale es ganar.

Estoy aburridísimo de esa mierda. Todos pies fingiendo que son zapatos, dignificándose a sí mismos, petulantes primates pontificando.