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Intolerable

Intolerablemente amarga
es tu risa. Uno se va dando
cuenta de cómo, quieta,
calladamente,
te desangras.

Y no hablemos si no
podemos de tus dones apagados,
de tu voz velada,
no contemos la vida que
escancias en las tortuosas
sendas de mi alma.
No digamos. No disloquemos
esto hasta hacerlo algo parecido
a un
verso.

Intolerablemente retuerces la
daga en mi brazo, con tu
sola presencia y tu risa.

Amagos de un cuadro renacentista.

Soledades neutras e higienizadas
de un poeta por impostura, de
un mercenario de la letra.

Hablemos del día, del
tiempo, del cadencioso fluir
de las noches.

Pero nada pensemos de
aquello. De lo otro.
De lo nuestro.

Al pensar

Cuando pienso…

A veces pienso…

Cuando a veces pienso
pienso el trigo que rumio
en el estómago y que
nutre mi alma y mi
devenir cotidiano.

Pero a veces…

A veces pienso…

…en ahogar mi
locura desvirgando el salto
de un puente, hendiendo
el aire y las corrientes,
siendo piedra.

Bah…

pienso…

…y pienso que pensando voy
cerrando los bares, que así
las calles se transforman en
la noche en lugares de nadie:
que todos los ojos duermen.

Nadie vigila.
Ahora ya no necesito
altura para romper
los aires.

Y pienso…
sí, a veces, cuando aún pienso…

…pienso que sólo solo
puedo continuar siendo nadie,
para así pulsar las calles sin
tan siquiera rozar sus epitafios.

Dioses

En tu cuello una
mano de hierro
que habla.

Cogemos el metro en
Tribunal. Trasteamos abajo
en los andenes de negro,
negro y combado cielo.
La sagrada cúpula de
nuestro reino.

Acompañados de todos
aquellos donamos libaciones
a nuestros dioses:

Resaca,
Invierno,
Silencio,
Angustia.

Ellos no son ciegos,
nos miran desde el
trasfondo donde no
son nada; a
nosotros, pobres creaciones
atrapadas en su imperio.
En tu mano un
cuello de hierro
que habla.

Libaciones de cerveza y
espuma espuma nívea,
refulgente nácar desde
el cristal que nos abre
su efímera pulpa.
Sentados en el suelo,
esquivando agua y
vómito y mierda mierda
mierda, tanta que uno ya
no sabe si la tiene dentro
o realmente sólo existe fuera.

En tus ojos un
velo de hierro
que habla.