En el principio de los tiempos era la cama. Yo estaba dormido cuando vino Koldo a invitarme a unos minis en el Cool. Los minis de vino-naranja-licordemora pasaron rápido, y conocimos a un par de pibas interesantes y lesbianas, o lesbianas e interesantes, o jóvenes y de conversación enérgica. Después lo dejamos todo detrás para volver uno a su dormitorio y yo a mi guarida. Era ya un poco más tarde cuando vino Marcos, the man who comes from wales, aparcando frente a mi ventana y tirando miguitas de pan a la sombra de mi melón. Yo desperté como en un sueño y le acompañe a una taberna irlandesa (que venía al pelo), donde hablamos de esto y aquello, pero sobre todo de esto. Después nos aburrimos y salimos. Estábamos fuera (fuera se podía oir aún), y anduvimos buscando un bar donde aposentarnos sin problemas. Pero no había. En realidad no debió haber nunca, a las tres de la mañana un jueves en alcobendas (the revenge). Él recordó que se había subsumido en el delirio de la compra esa misma mañana y como un mago sacó de la chistera del coche seis laticas de carlsberg (posiblemente la peor cerveza del mundo), y las congelamos en el congelador de mi salón (no les dimos tiempo) y seguimos hablando. Oímos a sepultura. Todo estaba bien. Comprendíamos. Nos comprendíamos.
Cuando ya el comprendernos hastiaba fuimos al 7eleven a por tabacos varios (yo ando con la tarjeta rota, así pues iba financiado a interés fijo), y decidimos ir a desayunar a los madriles. Nos adentramos en la castellana hasta acabar la derrota en sol. En montera nos asediaron las putas y nos insinuaron (es su trabajo) nos tocaron las pelotas (literalemente) y las eludimos en un after-hour que nos abrió las puertas previo pago de diez ebritos. Allí sucedió una historia que no quiero contar entre una muñeca de porcelana y un animal ebrio y demasiado joven. Bueno, ella también lo era. Una muñequita de porcelana (pasto de pastillas, seguramente, esos movimientos…) y una flecha dirigida. Después vimos a Chechu (el real, rous, el real) y nos acordamos de cuando vomité a una piba en el baño porque me confundí de puerta… y de cómo nos montamos en un bus para escapar de las ostias y, ya en plaza castilla, nos preguntamos qué coño hacíamos allí. Y cogimos otro de vuelta. Pero eso es otra historia y ya hemos quedado, además, para otro momento.
Volvimos justo antes de amanecer y en la dehesa de sanse nos encaramamos a un roble para ver al sol salir por antequera. Allí, con un cigarro, mirando el rojo naciente en el horizonte. Después caímos y hubo bronca de hormigas. Marcos recordó algo que juro hacer y no hizo y yo me vi con una chequera en un banco. «Quiero sacar», «no hay modo, ta roto, circule», «me voy a otro», «como si se la machaca». Cobré, tarde pero seguro, y compré huevos, bacon, salchichas, pan y pimientos. Desayuné a las diez pasadas. Puse una lavadora. Dormí hasta la una quince. Tendí la lavadora. Me metí en la ducha, me vestí y me fui reverberando al curro.
Allí fue donde, de repente, toda la noche empezó a parecer confusa. Donde empecé a apestarme a tabaco. Donde se me enrojecieron los ojos. Sucede que me canso de ser hombre.
Walking around
Pablo Neruda
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
…………………………
Apuntes:
defenestrar.
1. tr. Arrojar a alguien por una ventana.
ciclotimia.
(Del gr. κúκλος, círculo, y θυμóς, ánimo).
1. f. Med. psicosis maníaco-depresiva.
psicosis maníaco-depresiva.
1. f. Med. Trastorno afectivo caracterizado por la alternancia de excitación y depresión del ánimo y, en general, de todas las actividades orgánicas.