Ayer me fui a que me dijeran los resultados de unos análisis y terminé haciéndome las pruebas de la alergia. Y encargando más análisis. Yo hace tiempo que en ciertas cosas he dejado de preguntarme qué. Por un lado pienso, con algo de ironía pero quizá no tanta, que no me importaría que me encontrasen algo bien. Por otro lado me doy cuenta de que si no tuviera algo bien no estaría escribiendo esto. Pero bueno, se entiende por dónde voy.
Tengo alergia a todo. De 21 muestras a 18 sustancias. No me dieron una lista de a qué, lo cual me dejó un poco extrañado. Extrañada estaba también la que me hizo la prueba cuando volví con la botonera de un ascensor en el antebrazo. Extrañada la alergóloga, que me dijo que era seguramente candidato a vacuna durante entre 3 y 5 años, seguramente 5 en mi caso. Quizá no estaba ninguna de ellas extrañada y soy yo que me lo imagino.
Bueno. Hoy he ido al dentista y lo tengo todo bien, no necesito nada. Un año hasta la próxima revisión. Ahí está lo del algo bien que pedía antes.
En realidad me alegra un poco. Ahora sé por qué todo me costaba tanto, al menos en comparación con lo que parecía costarles a los demás. Insuficiencia cardiaca junto con alergia universal, ¿qué podía saber mal? Me gusta que me detecten cosas, me gusta que me traten cosas. Me gusta subir las cuestas como si no lo fueran. A finales de mes tengo pruebas del corazón, y, si resultan en función de cómo me siento yo, espero muy buenas noticias.
No sé qué mecanismo de compensación está funcionando ahí, pero tanto mental como físicamente voy estando mejor según más cosas me detectan. Por mí, por supuesto, que siga. Lo del sentirme bien, lo de estar bien. Es maravilloso.
Pues ayer el ensayo no me gustó tanto. La guitarra no me sonaba bien, la voz tampoco, el ampli tampoco. No comprendo por qué las cosas pueden ser así con el sonido.
Después, al llegar a casa, coloqué de nuevo el equipo e hice algunas versiones de algunos de mis temas antiguos con los acordes en loop debajo y delays, reverbs y demás parafernalia haciendo detallitos ligeros, creando espacios. Hay que currárselo un montón porque los estribillos y los puentes están ahí y tengo que ver cómo hacer el cambio sin que nadie se entere, pero como idea inicial me gustó más que aporrear los temas como si estuviera con la acústica.
"Marla’s philosophy of life, she told me, is that she can die at any moment. The tragedy of her life is that she doesn’t." Algo así como: la filosofía vital de Marla era, me dijo, que podía morir en cualquier momento. La tragedia de su vida era que no lo hacía.
Todos sabemos que podemos morir en cualquier momento, aunque todos lo olvidamos. Y por un buen motivo. Tener en mente cada minuto que nos podemos morir al siguiente dificulta las cosas.
Hay cosas que nos acercan la constancia de la presencia de la muerte y cosas que nos la alejan. Cuando muere alguien cercano, por ejemplo, somos muy conscientes de la muerte. Sin embargo, cuando escuchamos una canción que nos acompañó hace veinte años por un momento se nos olvida, volvemos atrás y estamos allí.
Por eso es tan difícil cambiar una canción de hace veinte años y que no haya alguien que no te entierre en una zanja.
Estás arruinando lo que nos hace, por un momento, eternos.
Lo suyo, y lo sé, es que aporrease los temas como si estuviera con la acústica. No tengo nada en contra de eso. No tengo tampoco nada en contra de los temas antiguos. Pero apetece probar cosas nuevas, respirar otros aires, usar los cacharrines que me fui comprando el año que casi morí. Es solo eso. Hay tantas opciones que no explorarlas se siente como una pérdida. Mi habitación es preciosa y estoy a gusto en ella, pero me apetece mirar por la ventana.
El título del post es el de una novela que escribí hace no sé ya ni el tiempo sobre K Reilly, un ladrón de la Orden de Sombras con el que jugaba a Guild Wars 2. Los malabarismos que tengo que hacer para mantener las uñas enteras usándolas tanto para tocar me hicieron recordarla anoche y me dieron una sonrisa gratis. Ainst, las cosicas. Me sigue pareciendo una frase tremenda. La novela no tanto.
Ok ok. Encontré un local al lado de mi casa en coche. Andando no sé, quizá veinte minutos por el arcén de una comarcal. Es un local peculiar, algún día hablaré de él. En el local uso la burrada de equipo que fui comprando durante el año pasado, guitarra, pedalera, pedal de voz, looper, ampli, micro, y lo enchufo todo a una mesa que me regaló Lore hace 30 años y que he tenido 30 años de cajón en cajón excepto un año que se la presté al chino. Su épico año anti-sabático. Aunque quizá allí estuvo en un cajón distinto, yo qué sé.
He ido ganando confianza sin darme cuenta de que estaba haciendo eso. La verdad es que al principio estaba un poco sobrepasado con las posibilidades. Primero me llevaba sólo el ampli y la guitarra, después añadí el looper y su controlador, después el micro con el portátil para grabar algunas voces de GRACO. Después (ayer, madre mía mis despuéses, el proceso ha llevado un mes entero) llevé el pedal de voz y el viejo micro de la edad de la mesa junto con todo lo demás. Probé con el nuevo, de condensador, pero se metía mucho ruido de guitarra en el looper de la voz (ya lo explicaré todo, que si me dió pereza entenderlo explicarlo ni te cuento), así que ese se quedó para los "directos" (ensayos con todo) y el de condensador para grabar sólo la voz en temas con la música previamente grabada.
Hay muchos, muchos, muchos temas pendientes con el equipo. Pero he dejado de agobiarme. Entiendo que el agobio es máximo cuando el sonido de la cosa no te convence lo más mínimo, pero cuando lo hace un poquito (el punto actual), es todo confiarse en un futuro en el que tu siguiente irá mejorando las cosas según vayan saliendo. Quiero usar en los directos el micro de condensador pero no sé cómo; quiero grabarme mientras actúo pero tengo claro cómo (¿por la mesa, un buen ambiente con el micro de condensador?); quiero mejorar algunas preconfiguraciones de la pedalera pero definitivamente aún no sé cómo; quiero potenciar el pedal de voz (armonías, ¿está el compresor bien, el supresor de ruido, la ecualización, la reverb?, ¿aprenderé a usar su looper con fluidez?, si con el de la guitarra más o menos encajo bien los compases, ¿por qué en el de la voz mis pies se vuelven aún más tontos?, si no los encajo bien cada loop agranda el desfase y se vive como una profecía condenada a cumplirse); ¿tengo que comprar un PA?, la pedalera emula amplis y gabinetes pero tengo que desactivar este último para usar la entrada power amp del ampli, lo que hace que grabar a la vez tenga que ser post ampli si no quiero que la guitarra suene sin pantalla, pero la salida xlr del ampli es horrible (no es que quiera usar el ampli por algo en concreto, lo uso porque es lo que tengo, aunque no tenerlo solucionaría muchas cosas y entorpecería otras), supongo que al final habrá PA, ¿pero cual?; quiero entrenar las coreografías de pedales para poder ejecutar las canciones con múltiples dimensiones que les den profundidad, lo que gana una canción con un dibujo sobre los acordes es hasta idiota. Tocar solo en muchos sentidos es una mierda. Aunque lo malo de tocar con gente es que con quien tocas es con gente, claro.
Miguel del futuro, pobre. Pero eso ya no me agobia hoy. Irá viniendo e irá yendo por donde vaya saliendo. Porque en las prácticas de los dos últimos días, sobre todo ayer con la mesa, me gusté. La sensación mientras tocaba las canciones fue muy buena. Me resultó intuitivo utilizar el juego de la distancia del micro y el aporreo controlado y las caricias morosas a la guitarra para generar momentos distintos (la conclusión que saqué es que jamás me he oído amplificado, sobre todo no en los directos). Es verdad que los sonidos de la guitarra y la armonía rara en las voces y los líos con los pedales y nininininini. El caso es que, de fondo, de base, lo que sentí durante fue espectacular. Y lo demás es ir bruñendo hasta que brille.
Quiero retomar el museo porque echo mucho de menos un sitio en el que mirar cuando quiero recordar algo, mi idea es publicar a menudo contenido más o menos corto para poderlo integrar con todo lo demás de esto de estar vivo. Aunque visto lo visto no sé si seré capaz.