Era distinto cuando
a veces
levantabas la sábana despacio volviendo del baño
en silencio para no despertarme.
Me acariciabas la mejilla un momento mientras me hacía el dormido,
te girabas y apoyabas la cabeza en la almohada hasta mañana.
Ahora duermo solo, ronco.
Suena el despertador.
No recuerdo.
Sólo digo que lo hago.