Estuve sentado en el suelo,
mirando el techo,
acumulando una a una las gilipolleces
en montoncitos.
Eran todas inmensas.
Quemé el silencio,
a falta de algo mejor,
y me fui fuera.
A buscar.
Dentro del bar todo tiene un sentido cabal,
no importa, ni deja de ser lo mismo.
Cuando salí ya era noche cerrada,
y la luz del sol miraba desde las alcantarillas.