Ninguna sonrisa borra una lágrima.
Pero un solo beso es capaz de lanzarte al infinito.
Un solo abrazo es capaz de recomponerte entero.
Una mirada, un silencio. Un hola. Un adios con pena.
Un adios que es un hasta mañana.
No sustituyó la arena a los pinos. No hubo intercambio.
Había gente entrando y saliendo de la vida, y
estaba bien. Estaban ahí por algo.
«Es la manía de los jóvenes de identificar toda la Humanidad con un chichi, uno sólo, el sueño sagrado, la pasión de amor. Más adelante aprenderían, tal vez, adónde iba a acabar todo eso, cuando ya no fueran rosas, cuando la miseria de verdad de su puñetero país las hubiera atrapado, a las dieciséis, con sus gruesos muslos de yegua, sus tetas saltarinas… Por lo demás, estaban ya de miseria hasta el cuello, hundidas, las ricuras, no se iban a librar. A las entrañas, a la garganta, se les aferraba ya, la miseria, por todas las cuerdas de sus voces finas y falsas también.» (Louis-Ferdinand Céline. Viaje al fin de la noche.)
Uno es uno mismo y lo comprende. Uno es uno mismo y lo asume, lo acepta, le parece precioso.
Pero ahora, con otro perfume en la piel y otros ojos en mis ojos, con otra luz, otro viento, otro destino, uno se da cuenta de lo milagroso de la unión de las conciencias (y es milagroso pese a que la gran mayoría de la humanidad desea constantemente una unión de las conciencias, todo el mundo busca pareja). Refuerza mi teoría de que las cosas se encuentran sólo cuando no se buscan. O entonces o nunca.
Sí, Ferdinand, envejecerán y para ti serán miseria. Pero me pregunto por qué llamar miseria a la vejez, o a la gordura. Por qué las encontraste tan pagadas de sí mismas como para decir tal cosa. ¿Qué te hicieron, Louis? Echemos tierra de por medio, porque no importa. Hicieran lo que hicieran fuiste tú y sólo tú a quien le dio por verlo así.
Sólo sé, en este momento dado, que ninguna sonrisa borra una lágrima (no tienen forma de hacerlo) pero… un abrazo borra el mundo entero, lo transfigura y lo construye de la nada.
Un leve roce, un secreto. Una mirada (voz aun sin hablar). Un beso.
Y la tierra gira. De repente más deprisa.