Tenía los ojos cansados
y un rastro de cabello entre los dedos
cuando
(pensaba)
todo se concentró en un solo punto,
desde él tomó fuerza,
y el aire rompió a llover.
Fue sencillo decapitar las cervezas,
escandir los cigarros,
remendar los sueños con pedazos de ilusión inacabada
y escapar un segundo,
tan solo uno,
del ritmo obsceno de las cosas que se repiten
y se repiten
y no llegan a ningún sitio.
Con una pinza aséptica retiré el cabello
de entre mis dedos y
lo introduje en una bolsa azul con asas de cierre
hice un nudo
salí con todo a la calle
abrí la tapa del contenedor
metí la bolsa dentro
y giré sobre mis talones.
Y fue extraño,
porque ni siquiera así
sentí haber acabado algo,
ni siquiera así
sentí haber terminado algo,
ni si quiera así dejó de soplar el viento
o el aire de llover tormenta.