Hay días peores que otros, no sé por qué. Hay días que te despiertas con esa mierda de opresión en la boca del estómago, como si algo fuese a salir fatalmente mal, como si algo se fuera a joder y a hacer mucho ruido en ello. Un Crash inmenso, algo así.
Y pasas las horas acojonado, apocopado, esperando la ostia que ha de venir en cualquier momento. Y pasan las horas y nada pasa, pero sabes que algo se ha destrozado. Y no sabes qué. Y esperas, sentado, a que termine de pasar algo o a que, al menos, el día se acabe de una puta vez.