# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (751) | canciones (153) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (352) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.686) | atranques (1) |

a veces pasa algo

Un día como cualquier otro conocí a Laura, una noche de fin de año en la que, sin planes previos, había terminado en un garito cercano a mi casa. Me acerqué a la barra y pedí un litro de cerveza sin mayor intención que acabarlo cuanto antes, como terapia anti-reflexión, e irme a casa a dormirla sin contemplaciones. Entonces fue, después del segundo o tercer sorbo, cuando se acercó a mí y me dijo:

– Estás muy guapo sin barba. Si saliera por ahí contigo te pediría que te afeitaras todos los días.
– Tiempo al tiempo.

Y la miré un minuto largo, sonriendo ella desde vete tú a saber qué torre de marfil, para volver después a la jarra. Di un sorbo lento, sabiendo que no estaría allí a mi vuelta, como casi cualquier aparición más o menos fantasmagórica. Cuando apoyé el cristal en la barra otra mano lo levantó y me condujo de lleno a sus ojos, mirándome tras cristal y nacar y espuma de cerveza.

– Lo digo muy en serio.
– Yo también, tiempo al tiempo.

El rubor mezclado con indiferencia me golpeaba las sienes. Cogí el litro de entre sus manos y me lo llevé a los labios, mirándola directamente. No sabía qué ver porque nunca supe qué buscar.

– No estás muy animado.
– He tenido décadas mejores, no voy a negártelo.
– No me vas a negar nada.
– Es probable, pero no deberías forzar tanto.
– No estás en situación de amenazar con nada.
– Eres demasiado lista.
– No te infraestimes, amigo mío.
– Manías que tengo.

Pidió otro litro de cerveza y brindamos. Más tarde mis dedos se volvían nata sobre sus caderas, perfectamente dibujadas en mis sábanas de raso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.