Había luz en la ventana
que daba a la calle
y las velas de Ikea se iban apagando
una detrás de otra, bien calculadas
(las velas del pasillo, la cocina
y el baño se multiplicaban
en el espejo del lavabo)
al irse todos me he quedado solo,
fumando un cigarro
(déjà vu)
y al irse todos sentí un
escalofrío, una ligera no-presencia
y al irse todos he cogido un libro,
he visto el ordenador encendido
y sobre el escritorio,
bajo los papeles a medio escribir
he encontrado un hueco
lo he tapado con colillas
y me he ido al palomar,
con un lapiz y una sonrisa
enmascarando una tristeza
aún a medio digerir
porque,
definitivamente,
hoy no es un buen
día para encontrar solamente
la almohada sobre las sábanas.