Philip K. Dick es un autor al que he leído casi compulsivamente quizá algo más de tras o cuatro veces en mi vida, no lo recuerdo bien. Sólo recuerdo que cada vez que empezaba una de sus novelas tenía que seguir una tras otra. Siempre atraído por un misterio que no podía desentrañar, al que sólo podía asomarme fascinado sintiéndome medio idiota. O del todo.
La sociedad necesita a los locos. La sociedad que conocemos. El mundo que nos rodea. Hasta donde he comprendido todos nos resignamos dentro de nuestras posibilidades a lo que parece ser que es la vida, pero creo que casi ninguno deja de preguntarse si eso es todo. No porque sea mucho o poco, sino porque quizá… Bueno, quizá eso no agote el tema, ¿no? Quizá queden rincones por descubrir.
Un loco es un tipo que radicaliza un asunto que le obsesiona. Un loco es un tipo que nos dice cosas que nos parecen exageradas pero, al mismo tiempo… ¿no es eso probable?, ¿no he sentido yo mismo algo de eso, con una intensidad diferente? ¿No demarca una nota para que la escuchemos más clara?
Reificar, en la teoría marxista, es alienar a un ser humano de lo que lo convierte en él mismo, se traduce de Verdinglichung, literalmente «convertir en» o «hacer cosa». En la RAE la palabra, a día de hoy, no está recogida. Tengo que mirarla por partes:
Re- en la RAE tiene cuatro acepciones. Significa repetición. Significa detrás o hacia atrás. Denota intensificación. Indica oposición.
-ficar, en la RAE de nuevo, forma verbos que significan hacer, convertir en, producir.
De ese modo reificar, si ignoro voluntariamente la «i», puede significar volver a hacer, volver a convertir en, volver a producir. Del mismo modo ir hacia atrás para hacer, para convertir en, para producir lo que ya era. O hacer, convertir, producir con una marca de intensidad. O rechazar el hacer, el convertir, el producir.
En cualquier caso, lo que siempre me atrajo de «reificar», desde que me tiré casi un curso entero intentando entender a fondo «La condición humana» de Hannah Arendt, es que me parecía que la combinación de un prefijo y un sufijo sin ninguna palabra en medio a la que afectar —nunca busqué antes -ficar, siempre estuve convencido de que era -ificar, pontifice: pontificar, sólido: solidificar, estrato: estratificar. No solidoficar, estratoficar, la primera cuadra— parecía que describía un proceso general, algo que podía afectar a todo a voluntad. Un poco como si fuera re*ificar, donde el * puede ser cualquier cosa que se te ocurra.
Así, y desde entonces, y sólo dentro de mi diccionario personal, reificar se convirtió en la definición de lo consustancialmente humano. El humano reifica. Porque el ser humano, en mi experiencia después de estudiar un sistema filosófico tras otro, lo que hace es construir un mundo en el que instalarse, independiente de lo que sea que sea el mundo real, que hace tiempo perdimos la capacidad de dar importancia (que no de percibir), o de saber que la tiene excepto cuando impacta contra nosotros. No el ser humano como persona individual (aunque después comprendería que también), sino el ser humano en tanto que sociedad de seres humanos en un trance colectivo.
Si en vez de quedarme enganchado en la historia de la filosofía lo hubiera hecho en la historia me habría pasado lo mismo. El valor de las significaciones en la vida a lo largo de las distintas épocas, el sentido de la vida y de la condición humana en el transcurso de las generaciones… si todo el mundo percibió el mundo de un modo tan diferente… ¿cuál es el correcto? ¿Estaban engañados, lo estamos ahora? ¿Comprendo yo mejor ahora lo que es la vida, en general, que un griego presocrático? ¿La ciencia, que es el camino hecho sobre el que seguir haciendo camino sobre una base confiable, nos hace mejores en algo en ese sentido?
El conocimiento acumulado y testado y sujeto a revisión nos hace mejores en muchos sentidos, nos hace ir engarzando. Pero no nos hace escapar de la reificación. Reificamos de diferentes modos, eso es todo. Las bodas, las religiones, los equipos de fútbol, el cuidado (o no) de los mayores, de los niños, la inmigración. Fumar. Quitarnos la vida porque ya no la soportamos. Votar. Elegir mediante un sistema que dice ser democrático. La meritocracia en la que creemos. ¿Qué significa todo esto?
Reificamos, todo el tiempo. No paramos de hacerlo.
Construimos un mundo, le damos valor, creemos en ello. Hasta tal punto que como sociedad dependemos de él. Un loco es un tipo que puede ver las grietas y las hace patentes. Le escuchamos, pensamos que quizá, que en cierto modo estamos ahí, vemos el borde. Sentimos angustia, lo desechamos y seguimos con nuestras vidas, nos reconforta. Un loco nos reconforta. Un loco nos reconforta muchísimo.
No sabe de qué estamos hablando. Nosotros sí.
El loco es el contrapunto sobre el que nos apuntalamos en nuestra propia locura compartida, en nuestra reificación social del momento.
La novela de Dick es, de algún modo, idiota. No está queriendo decir nada, sólo mostrar cosas. No tiene ningún sentido. Y no digo que el tipo no fuera un genio, no tengo ni idea de cuál era su intención. No sé si comprendió algo pero sí sé que enseña algo.
Un tipo termina un programa con un defecto de 30 segundos. Parece que puede llevarnos a alguna parte pero no nos lleva a ninguna, Dick escribía como salpicando o como si le diera pereza terminar lo que empezaba o como si no fuera humanamente capaz de cerrar todo lo que su mente abría. O como si supiera que las cosas suceden como lo hacen y nosotros sólo estuviéramos en medio, nada importa demasiado, pero una novela es artificial, una gran mentira intencional. El tipo se reúne con su amante y en su viaje a la casa de recreo se detiene en la casa de otra amante que le reclama por teléfono, para ver qué pasa. Lo que pasa es que le tira un bicho que puede matarle. Y parece que puede llevarnos a alguna parte pero no nos lleva a ninguna. Y el tipo despierta en mitad de ninguna parte, sin papeles. Nadie le reconoce, en la comisaría no tienen informes de quién es. Lo que es sinónimo de que no existe.
Sinónimo de. Parad ahí, yo no voy a hacerlo.
Paga un dinero al recepcionista para que le ponga en contacto con alguien que falsifique papeles. Ella lo hace y lo hace bien, pero en los sueños fálicos de Dick le pide que se acueste con él. La rechaza, pasa un control. Ella está mirando y le dice que los papeles falsificados son realmente buenos. La tipa está convencida de que está esperando a que su marido detenido vuelva. Pero parece ser que ha muerto, que nunca estuvo detenido. Que un estado policial psicótico le escribe cartas para que trabaje para ellos, como si estuviera retenido en algún tipo de prisión de la que puede salir.
Un policía que se folla a su hermana melliza. Yeah. La hermana es una lesbiana a la que le mola el sado. El protagonista va y viene todo el tiempo, en medio de una y de otra vuelve a una para pasar a otra. Otra historia. Juega con las realidades que transcurren, sin poder creer a ninguna de ellas. El protagonista, que ha despertado en una habitación de hotel en un mundo que no le reconoce, salta entre todas ellas.
Pero… ¿no somos lo que somos? ¿No es lo más intrínseco a nosotros mismos saber lo que somos? Sí. En. Un. Mundo. Reificado. ¿Pero qué pasa cuando el contexto explota, si el sentido se fija en el grupo? Todo se desmorona.
El tipo juega sus cartas. Es posible que nadie le recuerde, pero él recuerda a la gente. A veces no le sirve, como en el caso del metre, maitre, lo que sea, primer garito al que llama para encontrar una rica que le dé un lugar en el que pasar una temporada. Encuentra a otra antigua amante, que tiene ya 38 años y no vale. Hablan largo y tendido y cuando le pillan y la comisaría y le dejan marchar porque quizá saquen más siguiéndole y viendo qué descubren… Todo lo que sucede son como los juegos de un crío, los desvaríos de un loco, el viaje onírico de alguien colocado.
El mundo se ha olvidado de él, pero él no ha olvidado el mundo. Llama a la ex que no le recuerda, pero él recuerda sus puntos débiles. Entra en comisaría, sale. Todo continúa delirante. Cuando sale le espera la hermana, que le droga, la hermana muere, él escapa. ¿Por qué? Bueno, pues porque sí. Y encuentra a una vendedora de cerámica mientras le intenta robar el coche y…
Los negros. Se respeta a los negros como a un animal en extinción. Al mismo tiempo, sólo se les permite tener un hijo por pareja para ir reduciendo la población. Respeto raro. En un momento dado se encuentra con uno en una gasolinera y le da un dibujo de un corazón partido por una flecha, se va. Vuelve, le abraza. El negro le invita a su casa.
Un montón de conversaciones sobre lo que Dick, el escritor en su vida, consideraba importante en ese momento. El mundo vuelve, la hermana del policía había tomado una droga que modificaba el espaciotiempo. Yeah, por qué no. Por qué batracios no. Y… todos vuelven a reconocerle una vez que el mundo vuelve.
Una conspiración política, que ya estaba faltando. Le culpan, el policía que es consciente de todo lo que ha generado, después de la muerte de la hermana con la que tenía una relación incestuosa, jura ocuparse del hijo de ambos y… ya sabéis, vivimos en un país libre, pero que no os vean.
Un epílogo en el que se nos cuenta el final de todos.
Reificación sobre reificación sobre reificación. El mundo no existe. Nos lo estamos inventando sobre la marcha.
Creo que el tipo murió cuando aquella amante le tiró el bicho. Todo lo demás es absurdo. Y sé que Dick lo sabía, que fue su modo de hablar de lo frágil que es todo.
Y sé, sé leer, que la novela sigue después, pero él se quedó allí, agonizando en una cama de hospital. Soñando. ¿Qué diferencia hay?